CAPÍTULO 1

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Capítulo uno

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DOS MILL CATORCE

MARIAM VALEROTTI

Hoy comienza una nueva temporada mientras sigo viviendo el nuevo año, el invierno ya había acabado y entre tanto un nuevo día se asoma por la ventana de mi habitación.

Quedaba poco rastro de la nieve, lo que indica que pronto tendríamos el cambio completo de clima, amaba el cambio climático y más cuando estos se hacían sentir con mucha potencia y brusquedad (aunque después terminaba enferma con gripa tres días).

Estaba muy emocionada por comenzar mi último año en la preparatoria, mientras los días de febrero pasan rápido; los días de dormir habían acabado y madrugar toma el control de mis mañanas haciéndome retomar la rutina.

Mi preparatoria era bastante básica, y las clases se habían retrasado un poco quién sabe el motivo. No solía ocurrir nada fuera de lo común dentro de las adyacencias de la misma y las cosas siempre estaban en su curso y no era muy interesante pasar todos los días allí, aunque mi motivo siempre fueron los estudios.

En la preparatoria si hacían fiestas y el tipo de cosas normales en los adolescentes entre 16 a 19 años. Yo no soy una chica de fiestas ni de alcohol desde hace algunos años descubrí que soy una persona abstemia, y una que también se considera bastante responsable y sumamente comprometida consigo misma.

El alcohol y fiestas de preparatoria entre mis planes estaban en último lugar.

A pesar de que yo era una chica hermosa, me gustaba más pasar desapercibida, algo que era imposible; todos en la preparatoria me conocían y entre tanto me gustaba estar concentrada en mi única prioridad: estudiar y ser la mejor.

Me gusta enseñar en mis tiempos libres, cantar en la ducha de vez en cuando y dar lo mejor de mí en todo, soy perfeccionista y promotora de cuidar el medio ambiente, no soy muy amante a los animales (me causa alergia), pero fan eternamente de las cosas tiernas.

Amo con locura lo cítrico y el chocolate para mí es lo más asqueroso que hay; soy bastante responsable, atenta y muy selectiva con la comida, malcriada, consentida, pero con un corazón de unicornio, puedo parecer muy odiosa y quizás con algunas personas puede que lo sea, en realidad tengo mi corazoncito lleno para amar.

Me adentro a la habitación cerrando la puerta corrediza detrás de mí.

Los gritos de mi madre hacen que haga terminar con mi alisado de cabello más rápido de lo normal, estaba a la hora promedio e igual siempre me retrasaba bastante.

Me consideraba una chica preciosa, solía tener muchos complejos solo a veces justo antes de mi ciclo menstrual, mi madre siempre me habló de aceptarme tal cuál soy con debilidades y fortalezas, y si los demás no lo aceptaban era su problema.

Era un poco malcriada y quizás muy consentida pero, tenía más virtudes que cualquier chica de mi edad así era yo, sólo de vez en cuando.

Mamá entra apresurada a mi habitación mencionando mi nombre repetitivamente y hace que dé un salto dañando el delineado de gato dibujado en mi ojo izquierdo, produciendo que inserte la punta del lápiz en mi sien.

—Mariam, ¿qué estás esperando para bajar a desayunar? ni creas que te vas a escapar del desayuno, acelera el paso, pronto pasará el transporte. — Dice mientras me da un beso.

Sale de mi habitación con su cartera en la mano, su uniforme de trabajo pulcro e impecable y su cola de caballo perfecta, va apresurada y agitada resonando su tacón al pisar cada escalón.

Mientras me limpio el pésimo intento de delineado de gato, me inclino a tomar mi mochila y salir a las escaleras para bajar al comedor donde estoy segura se encontraban mis hermanas desde muy temprano.

Si las estrellas se enamoran © [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora