CAPÍTULO 34

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Capítulo treinta y cuatro

Estrellas Clandestinas

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Un momento inolvidable dado por Rodrerick. Después de la salida de ayer había quedado con la mente en las nubes, con las malas vibras fuera de mí y soñando despierta.

 Hasta mamá había dicho que estaba sonriente en el desayuno.

Pero aún así para mí no era suficiente.

—Maestra.

Una voz a los lejos me trae de vuelta a la realidad.

Los niños se preparan para su presentación final y yo para mi justificación ya que pronto acabarían las clases y darían la bienvenida a las vacaciones.

—Bien, cada uno ¿tiene su tema?

Salgo del hipnosis y todos asienten y levantan su papel con el nombre de su tema asignado.

—Perfecto, creo que por hoy hemos terminado, estudien y por favor prepárense.... Que tenemos que lucirnos.

Los niños forman una algarabía ensordecedora.

—Sh—Ashert manda a hacer silencio y todos obedecen—. Profe...

— ¿Qué pasa Ashert?— pregunte interesada.

—Si las vacaciones acaban pronto quiere decir que... — hace un pausa y muerde sus uñas—, ¿Al volver tú no estarás?

El silencio se apodera del lugar y las lágrimas comienzan a empañar mis ojos, intento buscar la respuesta para el pequeño y mi cerebro no logra organizar nada coherente que no sea llorar.

El timbre suena librándome de tener que dar una respuesta tan dura y cruel.

— ¡Niños apresúrense!

La directora/madre de Merced entra al salón, destilando autoridad y firmeza mientras yo la veo de reojo; limpio mis lágrimas acumuladas y busco guardar mis cosas dejando todo en orden.

—Mariam.

Pronuncia mi nombre.

—Mande usted — me giro para encontrarme con la directora reparando mis ojos.

— ¡Excelente trabajo con los chicos! —recorre el salón viendo los trabajos que los niños han realizado en la sección galaxia creativa.

La emoción es evidente en su tono de voz; Emoción que me contagia a mi también.

—Los padres están fascinados, están alegres ¡tanto así! que los niños no quieren dejar de venir, quieren venir hasta los sábados.

—Wao eso es bueno, ¿no?

—Buenísimo. —Toma mi mano—. Marcaste a esos niños con tu enseñanza. Ahora más de uno quiere ser Astronauta.

Su comentario me hace reír.

— ¡Gracias a usted por la oportunidad!

— No, ¡qué dices! —Inspecciona el salón como si tuviera que decirme algo más—, ¡En dirección te dejaron un detalle!

— ¿Quién? —pregunté confundida.

—Me dijeron que tú sabrías de parte de quién venía. —Se encoge de hombros y se pierde en las escaleras.

Si las estrellas se enamoran © [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora