CAPÍTULO 41

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Dos meses habían pasado después de que ese avión fuera viral en todo el mundo; todos parecían a ver superado la notícia pero la resignación aún no llegaba a mí. Mamá había salido de viaje para buscar algún rastro del cuerpo de mi hermana y pues la abuela estaba en casa para cuidarnos; y aún así no lograba vivir la realidad.

Me paseo por la oficina de mamá de un lado a otro mientras el lapicero impacta sobre mi palma una y otra vez, su ruido calmaba mis ansias regulando mi respiracion.

Con la ausencia de mamá, me había hecho cargo algunos días de supervisar que todo marchará bien en la empresa; al proponermelo acepte gustosa y sin pensarlo dos veces ya estaba envuelta sabiendo todo dentro de la empresa, desenvolviendome bien.

En casa los días habían sido nostálgicos, todo estaba muy oscuro, opaco y odiaba como se sentía a pesar de estar acompañada y siendo mimada por la abuela.

El vacio que sentía iba aflorando con el paso de los días, las fotos me hacían sentir recuerdos cerca y aunque quisiera que mi realidad fuera otra, tenía lo que la vida había querido darme y eso era todo, debía continuar y aceptar mi presente para poder tener la frente alto al futuro y afrontarlo.

No mentiré, los días en la empresa me habían distraído bastante, lloraba cada que la tormenta de recuerdos me tomaba desprevenida y ocasionaba un tsunami dentro de mí para luego volver a sentirme tranquila y continuar. 5

—Permiso. —la voz de la asistente de mamá me saca de mis pensamientos y la observo intentando descifrar si ya me había dicho algo y rogando que no fuera así— Su madre dice que ha estado llamando a su móvil, que es de suma importancia hablar con usted.

—Ok, gracias—respondo gesticulando preocupación.

Reviso el móvil y debe estar enojadísima, fue lo primero que me dijo después de recordar que las llamadas internacionales son demasiado costosas.

Me quedó helada al ojear la barra de notificaciones e intento marcar una y otra vez, cuelgo ojeo y vuelvo a marcar, pero el mensaje pareció dejarme bobatizada haciéndome entrar en un cuadro ansioso que me hace ignorar la voz de restricción de país.

Leo el mensaje una y otra vez después de intentar llamar a mamá cien veces; repiqueteo los dedos sobre mi rodilla al ver a mamá en línea sin contestarme e intento no molestarme pero tampoco evito no sonreír cada vez que leo “La encontramos sana y salva”.

Sin aguantar más, bloqueo el célular, rindiendome.

El resto del día lo paso animada. Merced ha llamado como cuatro veces mi nombre para que intente poner los pies en la tierra, termine mi labor y podamos irnos.

—No siempre sueles ser tan distraída, ¿o sí? —se burla

—A veces

Dejo todo sobre la mesa apresuradamente, envío el informe y disipo la responsabilidad por el resto del día; voy a casa contenta, Merced deja que elija la música y se contagia de mi alegría.

Comemos, reímos y hablamos, reunidos en el living de mi casa mientras la buena noticia se ha extendido por todos los medios y algunos comentarios en la internet son de mucha felicidad.

Mamá volvería en un par de semanas y muero por saber el estado de Darshel, pero mis mensajes siguen sin llegarle a su móvil o le llegan y no contesta.

—Tranquila—la mano de Jun choca con mi nuca causando que el impacto arda— No está muerta como pensábamos, eso es bueno.—se levanta y lleva una mano a su cintura y otra a su barba en una pose analítica— A ti no te mata saber cómo está, sino el chisme de cómo pasó, chismosa.

Si las estrellas se enamoran © [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora