CAPÍTULO 37

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Capítulo treinta y siete.

Caminos y verdades

NO EDITADO.

MARIAM

Una gran tormenta azota la ciudad, los árboles resisten los ventarrones y uno que otro trueno hace vibrar las puertas corredizas, las gotas de la lluvia impacta con las tumbonas que yacen en mi balcón empapando todo.

El clima está reflejando lo que ha estado sintiendo mi corazón, veo como el agua se desliza en la ventana, cae la gota, se desliza y se va dejando todo húmedo. Así igual son los humanos, llegan te llueven con amor, detalles, romance baratos y luego se van, se van haciéndote sentir estúpida e inservible.

Las lágrimas se deslizan en mi cara dejándome probar el amargo de ellas, ya no eran tan intensas, ni venían con dolor, solo me sentía burlada como si todo este tiempo fue una absurda mentira, y lo peor fue que nunca quise ver la verdad, nunca seguí mi instinto. Ver como disfrutó de ella sin remordimiento y como se prendió de sus labios sin pensar en mí o sin algún rastro de preocupación hizo que mi corazón doliera.

Por impulso quito mis medias y saco mis pantuflas, esas que de niña me hacían sentir segura y protegida; en cuestión de segundos el agua me empapa toda y mi nariz se torna rojiza. Pienso mientras alzo mis brazos apoyándolos en mi cabeza; como una vez Darshel me dijo: "A veces la lluvia tiene el poder de quitar tus penumbras" mi cabello se adhiere a mi cara mientras mis lágrimas no se distingues con el agua — ¿Nunca fui suficiente? — el corazón me duele al repetir esas palabras. 

— ¿Qué haces? —Gritan. Puedo reconocer la voz de mamá detrás de mí y sus pasos acelerados dirigiéndose hacia donde estoy. — ¡Puedes enfermarte con esta lluvia! 

Mamá intenta adentrarme a la habitación pero no lo logra, me opongo rotundamente y solo agarro su brazo y me mira fijamente.

— ¿Cómo pude dejar que me tomara como tonta? —mi voz apenas y puede salir y mamá puede entender mi dolor. 

—Mi pequeña—Sus brazos me envuelven y eso todo lo que necesito para que lo que queda de mis muros se rompa y caiga al suelo—; Todos hemos pasado por este tipo de situaciones, solo permítete sentir para que este sentimiento agrio se exteriorice más y pronto estarás bien, no todo es para siempre mi bebé, no es el fin del mundo, pronto estarás brillante y verás esto como una lección.

— ¡No puedo! — mi voz sigue intentando salir pero es como si presionaran muy fuerte mis cuerdas vocales.

—Aquí está mamá mi bebé—susurra— Aquí está mamá...

Todo gira y da vueltas mientras me repongo, los parpados me duelen al percibir la claridad que se cuela por el balcón. Reparo mi entorno y mi cama está un poco desordenada por mi mala manera de dormir, tanteo buscando mi celular y de pronto recuerdo que hace una semana —después de lo sucedido— no lo he usado y a estas alturas no sé qué día es hoy.

La plática con mi mamá fue como si me hubiera devuelto las fuerzas, después de desahogarme y que entendiera todo fue una carga menos—Sin duda es la mejor—.

Me levanto un poco más recargada que los últimos días, dispuesta a bañarme y enfrentar este mundo cruel de nuevo. La tina me recibe llena de mis esencias favoritas, la espuma se adhiere a mi piel mientras trato de distraer la mente y el agua relaja mi cuerpo.

Después de secarme la crema refresca mi piel mientras froto mi mano contra él, busco una de mis pijamas favoritos y me dirijo a salir de la habitación en busca de las escaleras. 

Si las estrellas se enamoran © [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora