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Después de una larga búsqueda por toda la ciudad, encontró un pastel idéntico al que vio en el televisor

Alegre regresó a su casa, habían pasado casi dos horas de su salida y esperaba que el rubio no continuara llorando.

Entró en la habitación encontrándose con Chan dormido. Con un sonrisa en el rostro, se acercó a la cama. Algunas lágrimas continuaban en las mejillas del australiano, con una de sus manos, limpió delicadamente su sonrojada mejillas, disfrutando de la tersa piel.

Permaneció allí varios minutos observándolo dormir. Riendo por las muecas raras y algo tiernas que este hacía. Muriendo de ternura con las inconscientes sonrisas que reflejaba su rostro.
Chan parecía todo un bebé un tierno bebé. No supo en que momento sus manos habían apartado la sabana y levantado la camiseta que llevaba el rubio. No supo cuando sus manos acariciaron el vientre ya notorio. Paso sus manos acunando aquel bultito, su bebé, su pequeño,su hijo.

—Creces rápido, eh... ya quiero poder sostenerte en mis brazos, te estamos esperamos

Esa era la primera vez, que hablaba con su bebé.
La primera vez, que se atrevió a tocar el vientre del australiano sabiendo que su bebé se encontraba allí.

Apartó su mano al sentir al rubio moverse. Volvió a cubrirlo con la sabana y esperó a que despertara. Chan observó al castaño por unos segundos, para después formar un puchero con sus labios, mientras que sus ojos se llenaron de lágrimas, asustando al castaño.

—Christopher...

—¿Y-y el pastel?

Una ola de ternura invadió su ser. La preocupación que sentía se esfumó, soltando una pequeña risita.

—Aquí esta— Levantó una su mano izquierda, en donde traía una bolsa, en donde se encontraba el pastel. Lo saco de la bolsa para después sacarlo de su caja mostrando pastel idéntico  a el que habían visto en el televisor.
Una sonrisa enorme se formó en el rostro del pálido, inmediatamente se sentó en medio de la cama, sus ojitos brillaban y no apartaban la vista de aquel postre.

Comió la mitad del pastel. Sus manos y boca tenían resto de crema, gemía gustoso al probar cada bocado. Sin duda el pastel estaba delicioso.

Woojin un par se veces quiso tomar un trozo, ya que desde el desayuno no había comido algo, y el pastel le parecía delicioso, pero el rubio no se lo permitía. Al principio se sorprendió, pero luego rió por lo lindo que se veía, con sus mejillas rellenitos de pastel.

—Ya estoy satisfecho, puedes comer un trozo ahora, solo un trozo, luego tal vez se me antoje de nuevo

El castaño se acercó y tomó la caja con el pastel, que el contrario le extendía. Pero cuando intento quitárselo; este forcejeo un poco.

El castaño lo miro con rostro interrogativo,pero el rubio solo negó, aún sin soltar la caja. Volvió a intentar arrebatarle la caja, pero Chan no se lo permitió.

Jalaron unas veces más hasta que el rubio finalmente soltó la caja.
El coreano se levantó y salió de la habitación, rápidamente se dirigió hacia la cocina, corto un pequeño trozo y se lo comió, para después entregarle el resto a una de las empleadas del lugar.

Subió nuevamente hacía su habitación, encontrándose con Chan, quien miraba la televisión, lo que parecía ser una novela.

—¿Cuándo podré irme?

Pregunto enseguida, en cuanto sintió la presencia de castaño.

—Hyunjin ordenó reposo por lo menos todo este día, así que no te moverás de aquí más para ir al baño— declaró serio el castalo, a medida que cruzaba sus brazos sobre su pecho.

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora