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Los días pasaron entre llantos y soledad para Chan. Woojin solo le dirigía la palabra, para saber sobre el bebé y después de eso nada. Ni siquiera algo sobre el trabajo.

A los minutos de irse Woojin aquél día, recogió todas sus cosas y se fue de su apartamento, regresando a su propia casa, que por suerte no había puesto en venta como antes tenía pensado. Mientras que él, no podía estar en su propia casa tranquilo, ya que se sentí algo tenso, y podía sentir, si Woojin estuviera allí mirándolo con desprecio. Pero no había nadie más que él, estaba solo, muy sólo. 

Taeyeon, lo llamaba en todo su tiempo libre y se quedaba algunas noches con él.

Pero continuaba sintiéndose solo y sabía; que era porque extrañaba a Woojin. Por las noches se tomaba tiempo en acariciar su vientre y de hablar con su bebé, allí era donde más lo extrañaba y lloraba su ausencia.

Recordaba el pasado, sus embarazos pasados; donde el castaño besaba todo su vientre y hablaba por horas con su bebé haciéndole derramar lágrimas de ternura y amor, recordaba como se abrazaban para dormir y posaban sus manos protegiendo a su niño.

Era difícil aguantar los ojos de odio del castaño, que pasara todo el tiempo al lado de Jiwoo y que ella se la pasara prendida de su brazo y hablandole meloso.

¿Era difícil?

Sabía ella era la culpable de que él supiera todo. No le sorprendía en realidad, ni siquiera lo hacía enojar. Su estúpida cara triunfante le cansaba pero como siempre; decidió ignorarla, tenía otra cosa más importante de la cual preocuparse.

Eso sin duda era su bebé. Ya en su cuarto mes su barriga se notaba mucho. A los ojos de los demás, su embarazo ya no pasaba por un simple sobrepeso.

Y esa tarde volvería a saber de él. Sería la primer ecografía en la cual, Woojin lo acompañaba. Estaba nervioso, sería la primera vez después de todo lo que sucedió, al menos pasarían algo de tiempo juntos.

El castaño lo recogería en su auto para ir. Lo acordaron una semana antes, cuando HyunJin le dio a saber la  fecha, No tuvo el valor de llamar al coreano por teléfono. Mucho menos no hablarle en persona, por lo que optó en enviarle un mensaje al que Woojin simplemente respondió; "bien", corto y seco. Aunque fue mejor que escuchar su fría voz o tener que mirar su rostro, lleno de odio y decepción.

Alguien llamaba a la puerta, se levantó del sofá, apagó el televisor ya sabía de quien se traba. Al abrir la puerta, lo primero que su campo de visión captó, fue el tenso cuerpo del mayor y su rostro inexpresivo. La mirada que Chan había plantado en él.

—Hola.

El castaño se limitó a asentir.

—Voy por mi bolso, ya regreso.

No esperó respuesta alguna, sólo camino a pasos rápidos dirigiéndose a su propia habitación. Abrió su puerta y se dirigió a la mesa de noche, ya que allí estaba su bolso y llaves, tomo sus cosas y una vez que estuvo seguro de no olvida nada, salió de la habitación dirigiéndose hacia la puerta principal en donde esperaba el Castaño.

Woojin miraba unos peluches que días atrás el rubio había comprado. Mientras los observaba una sonrisa se dibujaba en su rostro mientras los acariciaba.

¿Hacía cuánto no lo veía sonreír?.

Negándose a interrumpir al castaño, se quedó en silencio disfrutando la sonrisa del coreano.

Sintiendo una mirada sobre él, Woojin se giro encontrándose con la  pequeña sonrisa del rubio. Mientras la sonrisa del castaño se borró al instante de ver se quién se trataba, dejó los peluches en su lugar correspondiente, aclaró su garganta y habló

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora