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Camino por los pasillos de la base, estaba un poco asustado, ¿Mila se metería nuevamente en problemas? Porque si era así necesitaba buscar una nueva escuela para ella. Miro la oficina frente a él y el sargento abrió la puerta, entro en esta y se posó frente a la puerta.

—Señor Ryuseih, tome asiento, por favor. —Señalo la silla frente a su escritorio y solo tomo asiento, soltó un suspiro iniciando conversación. —Quiero hablar con usted sobre la cadete Milagro.

—Si, lo siento, por favor no la expulse, es solo una niña tonta. —El sargento y el teniente se miraron, este último soltó una carcajada.

—No, al contrario, quiero felicitarlo por criar a una niña tan obediente. —En su rostro se posiciono una cara de total confusión, ¿Mila obediente? Solo habían pasado apenas un mes desde que la había dejado ahí ya la felicitaba. Extraño. — Me gustaría ofrecerle una beca completa. —Extendió la papelería con toda la información. —Espero que acepte.

—Necesito hablar con mi hija. —Fue lo único que menciono mientras leía todos los papeles con cuidado, Chrollo Lucilfer era un hombre que se regía por el análisis, que actuaba con la cabeza fría, pero ahora tenía un terrible presentimiento, no tenía pruebas de ello sin embargo sentía en su corazón que algo estaba mal. Claro, debía ser la emoción del momento, era la primera vez que alguien tenía buenas noticias de su pequeña, nunca había traído más que problemas de manera directa o indirecta.

Ambos usuarios nen en la habitación estaban en estado de Zetsu, pero aun así sentían su aura, eran habilidosos y los dos ignoraban ese hecho, tal vez eso era lo que tenía tan desconfiado al ébano; sin embargo, en ese mundo había mucha gente que sabia manejar el Nen, no era sorpresa, incluso por la calle se habría topado con varios usuarios. Respiro profundamente y vio al más alto rango.

—Traigan a la cadete. —Ordenó.

—Hablar con ella, a solas. —Le dirigió una fría mirada, sabía que entendía aquella mirada carente de emoción alguna, el coronel solo podía pensar en una cosa: "Que familia tan interesante".

—Bien señor, Ryuseih. Los llevaremos a una habitación. Solo sígame. —Se levantaron y caminaron en silencio hasta un vacío pasillo, una puerta metálica llamo su atención, la abrieron y solo capto una mesa de metal junto a sus sillas del mismo material. Tomo asiento y le dejaron solo, examino con cuidado cada esquina. Parecía una sala de interrogatorios, después de todo no dejaba de ser una base militar. Toco las paredes para sentir el duro concreto, una vez repasada todas las paredes tomo asiento y espero pacientemente a su pequeña. Una beca no sonaba mal, pero debía preguntarle a ella si quería quedarse hasta los veintiunos en un lugar como ese. Solo tenía doce años, pronto trece. No le gustaría, pero si decidía que quería no tendría más remedio que aceptar esa beca. ¿Qué era lo especial que Mila había echo para llamar la atención?

Era una niña bastante normal, después de todo. Dejo de pensar hasta sentir una gran aura acercarse con cada paso, esa no era le aura del coronel; ¿De quien era? ¿Es una trampa? ¿Descubrieron su turbio pasado? Se puso alerta, cada paso más y más se acerca ese usuario, pero no sentía en absoluto sed de sangre. Era un flujo relajado y podría decir que dulce. La sorpresa le lleno el cuerpo al ver de quien se trataba esa aura, sus rubios cabellos se asomaron por la puerta de metal y sus pasos firmes hacia la silla delante suya le dejaron congelado. Tomo asiento y cruzó sus piernas con una sonrisa y su mal presentimiento solo parecía ir de mal en peor.

—¿Papá? ¿Te sientes bien? Estas un poco pálido. —¡¿Ella era la usuaria?!

Sus alarmas se encendieron, leyó otra vez las hojas de información de la beca. Definitivamente ese coronel tramaba algo, peor no menos importante.

¿Quién carajos le dijo sobre el Nen a su hija?

Se mordió los labios, tan fuerte que sangraron. Eso no debía estar pasando. Tantos años guardando ese secreto para que en menos de una semana ella ya controlara un nen de tal magnitud. Su aura debía de ser de al menos veinte metros, eso lo hace un maestro, hasta Nobunaga tardo años en extender la suya.

—¡Estas sangrando! —Se levanto corriendo hasta él, su hija tomo su rostro y le jalo el labio para ver las heridas, pareció anonada un momento y después regreso a su lugar tranquilamente.

Saboreo el área y se pretrificó. 

La herida ya no estaba. 

Milagro.『Chrollo Lucilfer』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora