A través del tiempo nacen historias

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El calor la reconfortaba. Le hacía sentir que estaba en casa bajo las viejas cobijas, con el sonido incesante de la calle y su fiel compañero en algún lugar de la habitación con los ojos fijos en la ventana. Aguardaría porque ella se levantara para corretear a su alrededor. Nada más lejos de la realidad.

Escuchó un sonido lejano, una marcha incesante que le estaba molestando. Le quitaba el sueño porque expresaba que algo andaba mal o eso es lo que imaginaba. Abrió los ojos con cuidado, como si el sol doliera en sus pupilas. El camino tenía una manta blanca. Eran hojas de esa tonalidad que rodeaban todo el lugar hasta más allá. Detrás de ella, los troncos lucían del mismo tono y sus hojas verdes se entintaban del mismo blanco que a su alrededor.

—La veleta blan —murmuró.

Sintió el sonido de la voz de Naheim por lo que giró con rapidez. Estaba recostada de su hombro, lugar donde había dormido por largas horas. Él, yacía con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, pero tal como ella sabía no había conciliado sueño alguno.

—¿Qué significa? —preguntó.

—La belleza blanca —contestó—. No tiene mayor significado. Así se llama este lugar desde hace mucho tiempo —Irguió la cabeza para observarla—, esperamos el tren. Está próximo a llegar.

Ella asintió con la cabeza.

—Me hiciste dormir, como el... eso —murmuró.

—No, no lo hice —respondió simple—. No tengo porque hacerlo y tampoco tengo esa habilidad. Si la tuviera, hace mucho me hubiera inducido en un sueño profundo.

—Me alegra saber que no lo tienes —respondió sin meditar. Él solo gimoteo divertido—. ¿Cuáles son tus habilidades, Naheim?

Él volvió a echar la cabeza hacia atrás, veía la luz de un sol implacable que no lograba calentarlos como debería ser.

—Son variadas, pero definitivamente el mundo onírico no es lo mío. Solo algunos como Madame Berthi tienen esa habilidad, o  Estve, el caotor de Serinthya.

—Es un gato con habilidades —lanzó asombrada.

—Está maldito, y no es un gato. Es un caotor, ellos son muy distintos a los gatos. Si un caotor ha sido maldecido debe caminar por los siglos de los siglos en el mundo al que fue conferido. Debe tener alguien responsable de él que lo cuide y guie.

—¿Guiar? ¿Serinthya es eso? 

—No, ella lo tiene como ayudante. —exclamó sonreído—. Es un poco complicado de explicar. Las reglas de este mundo fueron escritas en piedras antiguas, no podría enseñarte todo en un par de horas.

—De todas formas el tren está cerca.

Naheim miró detrás de ella, agudizó la vista sin poder encontrar algo. 

—No, todavía falta para que llegue.

—Yo lo escuché, hace poco —musitó.

El aire tomó otra dirección y en algún punto de él, se empezó a rasgar. Una fuerte neblina le acompañó al momento en que el tren apareció de la nada y rodó hasta la parada donde ambos esperaban. Era extraño para él tener esa sensación de que algo no iba bien, o mejor dicho de que el mundo Inverso empezaba a darle algo que ella había perdido al vivir en Verena. 

Un butaqui apareció en la entrada invitándoles a pasar luego de cobrar dos monedas por cada persona. Evy supuso que se había equivocado, aunque solo tuvo que mirar hacia atrás para ver la cola de especies que empezaba a verse. Naheim la tomó de la mano para que ingresara al tren junto a él. Caminaron los pasillos hasta dar con el camarote que les correspondía. 

Las lunas de EvyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora