Al anochecer las aves vuelven a volar

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El ave dentro de Evy resurgió sin temor alguno en el campo abierto de La Torre

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El ave dentro de Evy resurgió sin temor alguno en el campo abierto de La Torre. Ella podía dar rienda suelta a esa transformación que de otra manera no se hubiera atrevido a reconocer. Ayudada por Gogen Datell, la nébula pudo llamar al ave a voluntad, algo que no había podido lograr, incluso estando en Ehorla'hum.

Surcaba el viento curiosa de que lo que veía y de la sensación que otorgaba estar en el aire, hasta que aterrizó frente al mago que la esperaba con una sonrisa abrumadora. Datell estaba orgulloso de lo que Evy lograba con tanta soltura que le parecía imposible. Había trabajado con su especie antes y sabía lo mucho que les costaba si quiera hacer un acto de poder, pero en ella era tan simple que aun estando orgulloso, sentía un pequeño revoltijo. Lo que fácil viene, fácil se va. Sabía de esa regla implícita y lo que generaba en las personas.

Evy dejó la transformación atrás para volver a ser la chica de un metro sesenta que él conocía. Él palmeó su hombro sin dejar de sonreír.

—Eso estuvo bien —murmuró.

Ella asintió complacida con la cabeza.

—¿Otra practica? —preguntó el mago.

Evy dudó.

—No, lo siento, quisiera ir a verlo —respondió.

Gogen suspiró profundo y bajó la mirada.

—Evy...

—Quiero verlo, todos los días si es posible, antes de irme. Solo pido eso —Suplicó.

—Esta bien, ve.

—Gracias, señor Datell —dijo y echó a correr.

La torre acogió a todos los heridos que dejó la batalla en Ehorla'hum, una vez que el equipo médico dio un sí al traslado

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La torre acogió a todos los heridos que dejó la batalla en Ehorla'hum, una vez que el equipo médico dio un sí al traslado. Necesitaban hacer uso de la energía que habitaba en las planicies de Gatra para curar a muchos heridos y una vez vieron el objetivo cumplido, no bastó ni dos segundos para que toda la campaña fuera trasladada. El viaje había sido arduo. Los días siguientes, mientras muchos sanaban de sus heridas, Naheim seguía dormido.

Como una regla implícita, Petunia cuidaba de él durante las mañanas, entre que Evy lo hacía por las tardes e incluso las noches si no fuera porque el equipo médico la sacaba de la habitación.

Las lunas de EvyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora