Evy vive rodeada de personas pero está sola, su burbuja está llena de metas auto impuestas que podrían terminar con sus pruebas teóricas en un chasquido. Entre días de copas en el bar donde trabaja y textos complejos, Evy conoce al misterio en perso...
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Evy había sido llevada a una habitación amplia con una cama que la doblaba en tamaño, aunque sus ventanas estaban bordeadas de barrotes, podía ver entre ellos la majestuosidad de una ciudad que se había perdido entre sus sombras. Un guardia abrió la puerta de par en par para dejar caer sobre la cama un atuendo.
—Debe ponérselo. Vendré por usted en una hora —dijo y se marchó.
El vestido era ceñido en la cintura, hecho con una tela que cambiaba de color a gusto, parecía demasiado floral para un lugar como Ehorla'hum, tan sumido en sus grises y, sin embargo, aquella habitación le parecía igual de resplandeciente que ese traje.
Conocería a Grad Nebul, de eso no había dudas. ¿Sería ella la flecha que acabaría con él? De ello, no estaba tan segura.
Se adentró en el amplio baño donde un grifo dejaba caer el agua como una cascada y en ese pedazo de tiempo los recuerdos volvieron como una ráfaga de viento que la conmocionó. El llanto sobrevino como una súplica silenciosa; se sentó sobre la losa y se aferró de sus piernas, la fuerza que creía tener parecía desprenderse de ella. En esos segundos en que se sentía tan pequeña, descubrió que el dorso de su mano le mostraba una nueva silueta. En el dolor generado por la pérdida, la última luna nacía.
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El traje no le ajustaba, pero tampoco era su preferido. Era extraño para ella verse en un conjunto como aquel y en lugar como Ehorla'hum. Llevada por los guardias que vigilaban la habitación, Evy recorrió los pasillos de azulejos de aquel sitio donde el tono de la tierra parecía fundirse en las paredes, pocos sitios tenían un cuidado excepcional. Al filo de la puerta de salida, fue llevado a través de un campo de arbustos donde cristales violetas resurgían como las flores nacen de ellos. Le parecía curioso esa visión y aun así tan propio del sitio que no lo juzgaba. Al final sobre una capilla de cúpula bordeada de lianas y cristales esculpidos, veía a Grad Nebul observar a las afuera.
—Señor —Llamó uno de los guardias.
Un leve gesto con la mano de Nebul y ellos marcharon dejándoles solos. Grad Nebul posó su mirada sobre Evy, fascinado. Casi de la misma forma como lo estaba al ver a Naheim resistir la tempestad que él le causaba.