•Capítulo 5•

6.4K 382 45
                                    

AARÓN ANDERSON

Mi corazón latía. Latía demasiado rápido consiguiendo cegarme ante tal ira exagerada que sentía. Ni estaba enojado con ella, ni con el tipo que la besaba, estaba enojado conmigo mismo.

—Pero ¿qué te pasa? —me pregunta molesto e intenta acercase a mí.

Logre llamar la atención de unas personas al empujarlo.

—Aléjate —le advierto volviendo hacia Mía — ¿Qué crees que hace? —le reclamo.

Mía con su poca fuerza me empuja.

— ¿Quién te crees que eres para hablarme así, maldito imbécil?

El otro tipo me pone una mano en el hombro y lo empujo sintiendo que veo rojo, pero Ian se me cruza y escucho cómo Bárbara se lleva a Mía.

— ¡Aléjate de ella! —le advierto antes de caminar por donde Bárbara se lleva a Mía.

Ian se me cruza.

— ¿Aarón, qué mierda te sucede? ¿Por qué mierda reaccionas así?

—No lo sé.

Lo rodeo siguiendo con mi camino hacia el estacionamiento. Diviso a la pelinegra junto a mi auto con su amiga y apresuro el paso hacia ellas con Ian detrás.

—Nos vamos —le digo tomando el brazo porque está tan ebria que creo que podría arrancar.

—Suéltame —jala, pero abro la puerta del copiloto y la meto adentro a malas poniéndole el cinturón. Cierro de un portazo con ella adentro insultándome.

— ¿Ustedes van? —miro a mis amigos y enarco una ceja al verlo reír.

—No te preocupes —dice Ian —Nosotros nos iremos más tarde.

Asiento y rodeo el auto para subirme.

—Cuídala, por favor —pide Bárbara.

Las primeras tres cuadras del viaje Mía no para de alegarme, pero después empieza a cabecear hasta quedarse dormida. Al llegar intento despertarla, algo imposible porque solo sigue durmiendo mientras murmura cosas extrañas, «probablemente me está puteando».

La tomo por debajo de las rodillas y hago que sus brazos se enrollen en mi cuello para cargarla hasta que entramos a la casa, con el mayor cuidado del mundo subo las escaleras intentando no meter ruido.

Meterme adentro de su habitación es un gran problema, ya que me cuesta agarrar la perilla.

Al entrar la dejo encima de su cama y rebusco su pijama mientras ella tira del cuello del vestido que parece estarla torturando, cosa que me preocupa, ya que no quiero que mientras duerme el vestido le vaya a apretar más haciendo que se ahogue.

—Espera.

Quito su mano mientras observo como desvestirla sin ver demás. Aunque ya he visto «pero fue con su autorización». Tomo el short del pijama y me arrodillo delante de ella quitándole los zapatos.

Saleee —me empuja.

—Ni ebria dejas de ser una maldita molestosa —gruño agarrándole el pie para sacarle los zapatos —Solo te estoy ayudando.

—Me caes tan mal —chilla y tira del cuello del vestido.

—Shuu —la callo para que no despierte a alguien — ¿Por qué te aleje del otro idiota?

—No sabes nada.

Se ríe.

Le subo el short más arriba de las rodillas, luego la pongo de pie conmigo y mirando hacia el cielo le subo el short con el vestido dejándola lista para abajo, pero yo con un problema entre las piernas, ya que, aunque no quiera mis dedos se rozan con su piel y es imposible no imaginar otras cosas. Y ahora viene la parte de arriba.

Tenías que ser tú© [BT#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora