•Capítulo 14•

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MARATÓN 3/3

MIA MCQUEEN

—Para que sea una noche en paz, hagamos como que somos desconocidos que recién se conocen —propuso Aarón.

Había pasado una o dos horas desde que hablamos con mi papá. Ya me había comido todo lo que había encontrado, la ansiedad me estaba comiendo por dentro, así que me tome el último trago de mi café.

—Está bien, somos desconocidos —acepté. Solo quería paz. Agarre el control de la tele poniendo el buscador de películas — ¿Veamos una película?

— ¿Marvel?

—Me las he visto todas. Mmm ¿Te has visto avatar?

Niega.

— ¿Cuál es esa?

Enarque una ceja.

— ¿Me estás jodiendo?

Negó.

—Nunca la he visto.

—Empezamos mal, pero no importa —suspiré —Veremos avatar y te enamorarás de alienígenas que miden tres metros y son azules, ah, y tienen cola.

La empiezo a buscar.

— ¿Azules? Creo que sí la conozco, solo que no la he visto.

Encuentro la película y le doy play a la versión extendida.

—Ahora la verás no te preocupes.

Nos quedamos callados cuando la película ya lleva más de la mitad, Aarón habla.

—Me parece alucinante el silencio en el que estamos. Incluso considero que tienes la mente en blanco, como que desde que empezó la película tu mente ha estado en blanco.

Y es verdad porque todo lo que llevamos de película me la he pasado con los ojos pegados en la televisión como si hubiera sido transportada a ese lugar. Y ojalá hubiera sido.

—Que sugieres.

—Hagámonos preguntas. Como si fuéramos desconocidos, conociéndose.

Me lo pienso por unos segundos.

—A ver, empieza tú.

—La persona que más mal te cae del instituto.

—Qué fácil. Se llama Aarón Anderson.

Una sonrisa curva sus labios ensañándome sus dientes.

—Ahora tú.

— ¿Te gustaría casarte? —asiente — ¿Sí?

—Sí, Mía.

No sé por qué, pero me sorprende demasiado viniendo de él.

— ¿A ti te gustaría tener hijos?

—Quizás.

Siempre quise tener un hermano o hermana, pero nunca lo tuve, así que me conformaba jugando con vecinos de la villa o en el instituto, pero siempre sentí una soledad en la casa a pesar de que aún tenía a mamá en mi infancia.

— ¿Cuántos?

—Dos. No me gustaría que fuera hijo único, no se siente tan bien la soledad algunas veces.

—Te entiendo —ambos nos quedamos en silencio, viendo la película cuando vuelve a hablar — ¿Qué nombre le pondrías?

Lo miro y noto como su mirada baja a mis labios.

Tenías que ser tú© [BT#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora