꧁ 𝑃𝑟𝑜𝑙𝑜𝑔𝑜 ꧂

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El mundo era un lugar genial, solo que las personas que lo habitaban hacían de él un ambiente injusto y horrible para muchos, especialmente cuando el mismo humano se encarga de separarse del resto de los suyos

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El mundo era un lugar genial, solo que las personas que lo habitaban hacían de él un ambiente injusto y horrible para muchos, especialmente cuando el mismo humano se encarga de separarse del resto de los suyos.

De todas formas, existían aquellos que tenían suerte y vivían en un mundo increíble, la minoría por supuesto, si naces con un lazo con la realeza, tu vida está casi resuelta. Si no, ten por seguro que tú vida será un campo de guerra.

La sociedad estaba dividida en 3 clanes, juzgados y seleccionados por la sangre que corría por tus venas, sangre pura, sangre mixta y los sangre común.

Los sangre pura vivían rodeados de lujo, los sangre mixta tenían libertades y algunos privilegios, podían trabajar como comerciantes o bien aspirar a trabajar para la realeza, pero los sangre común en muchísimos lugares no se les permitía siquiera rodear el castillo dónde habitaba la realeza, Berk, Arendell y las islas del Sur son un buen ejemplo, en otros lugares, como Encantia y Corona, se les tenía un mayor nivel de tolerancia.

Los linajes de sangre pura en todas las familias reales son completamente sagrados. Si un sangre pura se empareja con un mixto pierde ciertos privilegios y derechos, aunque si llega a tener algo más que una conversación con un sangre común pierde total respeto de todos.

Durante miles de años ha sido así y todos los que están en el poder se encargan de que así sigan las cosas.

Hiccup, siendo un pequeño de 9 años, sólo podía preguntarse, ¿por qué el mundo era así?.

Miraba por las ventanas de su carruaje el hermoso bosque otoñal por el que recorría un largo camino hacia el reino de Arendell, ya llevaban 6 horas sentados y según sus cálculos aún quedaba poco más de una hora para llegar. Lo primero que haría al llegar a su destino sería preguntar el nombre de aquel lugar que separaba sus islas del gran reino del Norte.

Se encontraba muy nervioso. El plan para el que sus padres lo habían criado desde que tiene la capacidad de pensar había comenzado, o lo haría oficialmente tras cruzar las puertas del castillo de Arendell y conociera a la que, si todo funcionaba al pie de la letra, sería su esposa cuando ella cumpliera los 21 años.

Nunca ha escuchado mucho de Arendell. Sólo cosas como que era una de las más grandes potencias y que Berk era muy suertudo de tenerlo de aliado, pero nada más, no sabía de su gente, costumbres, su historia, y mucho menos sobre la existencia de la primogénita y única descendiente de la familia de sangre pura, pero eso no era de importancia, en poco tiempo la tendría frente a él para conocerla.

Horas después, entraron al reino, Hiccup quedó encantado con el panorama, la gente vestía bien y con cierto toque de elegancia, además de que a diferencia de su reino, nadie gritaba o refunfuñaba, todos reían y parecían tener mucha confianza entre pueblerinos. Además de que las casas eran de una arquitectura muchísimo más clásica y daba un aire de calma y refinidad. Pero toda esa atención quedó atrás cuando el castillo entró en su visión.

Un gran portón, lleno de torres, pilares y alas, ventanas con marcos elegantes y la insignia del reino incrustada en todas las puertas y ventanas del castillo. Los techos puntiagudos daban un aire gótico y clásico, además de que inspiraban superioridad, una realidad en Arendell.

Entre más se acercaba, más grande era y más majestuoso, con sólo ver aquel lugar entendió inmediatamente el porqué Agnar Arendell tenía el respeto de tantas personas.

Cuando el carruaje cruzó el portón y se encontró frente al castillo, sólo quería entrar a investigar.

— Recuerda comportarte, Hiccup. Esto no es Berk, es Arendell y acá la gente es mucho más educada y tranquila. — Mencionó severamente Valía a su hijo, sintiéndose terriblemente ansiosa, sabiendo que al dar cualquier paso en falso, aquel matrimonio sería cancelado antes de ser siquiera válido.

Hiccup asintió ante la petición de su madre, y aunque se sentía impaciente, esperó en calma a qué la carroza se detuviese frente al gran palacio real de la familia Arendell.

Un arsenal de sirvientes los saludaron y recibieron bajo la vista de bastantes guardias reales, una lenta y respetuosa reverencia mientras que la familia Haddock se adentraban al castillo a paso firme y conciso.

Era bastante común en la época que las familias de sangre pura arreglaran matrimonios con otras familias del mismo estatus y sangre para así respetar y preservar el linaje puro y real, ese era el caso de ambas familias, estaban dispuestos a casar a sus herederos para conservar el patrimonio y de paso, también fortalecer la alianza entre reinos.

— La familia real Haddock ha arribado al palacio real! — Informó el mensajero del palacio.

Hiccup entraba a la par de sus padres a la sala de la corona, siendo recibidos con la misma cordialidad de antes.

En los tronos hechos de oro y suaves telas, se podía observar a Agnar e Iduna, los reyes de Arendell y junto a la Reina, de pie, una pequeña niña de tal vez, 6 años.

La niña, que suponía Hiccup, es Elsa Arendell, solo miraba la escena desinteresada, como si pararse ahí y ser la princesa heredera era pan de cada día.

La princesa era hermosa a los ojos de Hiccup, sin embargo no podía evitar sentirse asqueado por la situación, estaba totalmente seguro de que esa razón ni era aquella niña frente a él, sino por verse obligado a casarse con alguien que ni siquiera conocía, con quién sabía jamás tendría aquella extraña conexión de la que tanto había disfrutado leyendo, aquella pareja destinada con la cual debería ser feliz, pero por mucho que lo deseara, el bien de su reino y su deber como príncipe siempre iría primero, el siempre viviría por su reino, jamás por él mismo. Se encargaría de velar por Berk tal y como sus padres lo han hecho por años.

Por otro lado, Elsa aún no comprendía totalmente la situación por lo que su atención estaba totalmente en los movimientos de sus padres y sus invitados, por lo que al ver cómo los Haddock hacían una reverencia, supo inmediatamente que debía responder con el mismo respeto.

— Tu debes ser Hiccup, ¿no es así?. — Se acercó la Reina Iduna hacía el castaño ojiverde.

— A sus servicios, su alteza. — Hiccup estaba muy concentrado, solía meter la pata muchísimas veces pero cuando se lo proponía podía ser muy serio.

— Serás un gran símbolo para los sangre pura, y un magnífico rey, justo lo que mi Elsa necesita a su lado. — Sonrió Agnar orgulloso.

La madre de Elsa, la tomó suavemente de la mano y la encaminó hacia los reyes de Berk, presentándola oficialmente como su única progenitora ante los reyes de Berk y quién, muy a su pesar, se convertiría en su esposo.

Elsa e Hiccup eran muy diferentes, probablemente sus opiniones nunca coincidirían, pero si podían estar de acuerdo en que ninguno quería pasar el resto de su vida junto al otro sin amarse realmente. Ninguno era fan de acatarse a las órdenes, mucho menos las de sus padres.

Y aunque el orgullo y la esperanza los diferenciaba por montón, ambos acordaban que no podían hacer nada respecto a su disgusto.

Simplemente estaban encadenados el uno al otro, y no había ninguna posibilidad de escapar.

Jerarquías [Jelsa / Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora