꧁ 𝐹𝑜𝑢𝑟𝑡𝑒𝑒𝑛 ꧂

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"𝑺𝒐𝒎𝒆𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈'𝒔 𝒈𝒐𝒕𝒕𝒂 𝒈𝒊𝒗𝒆"ꕥꕥꕥ

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"𝑺𝒐𝒎𝒆𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈'𝒔 𝒈𝒐𝒕𝒕𝒂 𝒈𝒊𝒗𝒆"
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Su destinada era demasiado terca y sarcástica. Amaba esa cosa tan característica de ella, eso la diferenciaba de muchas otras chicas que pretendían conquistarlo, ella no se doblegaba frente a su presencia a diferencia de otras chicas que ofrecían demasiado de ellas solo por el deseo de conquistar la corona y no a él. Adoraba que fuese terca pero ahora mismo le molestaba un poco.

— Exacto, es tu trabajo, el tuyo y el de cuatro sirvientes más, Mérida... — El príncipe suspiró buscando calmar sus sentimientos mientras hacia un firme nudo al final del vendaje para así evitar que se soltara. — ¿Me dirás que ocurrió? ¿Por favor? — Tomó las manos de la chica suavemente acariciando con ternura la poca piel expuesta.

Una vez que el heredero terminó de vendar ambas manos de la pelirroja, esta lo miró fijamente a los ojos esperando con ansias una respuesta a su pregunta anterior. ¿Cómo había logrado hacerse tal daño? Era como si hubiese recogido un montón de rosas a puño limpio y sin cuidado.

— No es un hecho interesante, majestad. No me gustaría aburrirlo con mi mundana vida. — Dijo Mérida evadiendo los ojos verdes del príncipe.

Hiccup seguía muy molesto y no sabía si podría estarlo aún más, estaba enojado con la situación en general, lo que le sucedía a Mérida gracias a la molesta condesa y a su incomprensivo padre, y sobre todo lo que más lo sacaba de sus casillas y más que nada le dolía, era sin duda como su alma gemela le ignoraba, evadía y evitaba a toda costa.

Él quería a su destinada, quería estar con su alma gemela, aprovechar todos y cada uno de los días en los que podría llamarla suya de algún modo y presumir que el destino había puesto una increíble chica en su camino.

Hiccup tenía completamente claro que estaba siendo sumamente egoísta deseando aquello, pero aquel sentimiento lo dominaba y en el momento en que sus pensamientos le recordaban lo prohibido que eran sus deseos un sentimiento de vacío, tristeza y agobio.

— Si me disculpa, su alteza, debo seguir con mis tareas. — Dijo la pelirroja dando una pequeña reverencia frente al honorable príncipe de Berk y pasando junto a el con la cabeza gacha para caminar hasta la salida de la habitación.

La joven se sentía algo débil y raquítica, sentía un leve picor en sus manos por las variadas heridas presentes y el leve roce de las mismas con las vendas, en ese momento sabía que estar junto a su destinado la reconfortaría, en el fondo quería estar con él y pasar el rato abrazados, haciendo que cualquier dolor se alivie con la presencia del príncipe y la calidez que jamás admitiría le hace sentir, y aún más en el fondo deseaba tener un felices por siempre junto a Hiccup, ser una pareja y estar juntos por el resto de sus días hasta que sus almas se reencuentren en su siguiente vida, pero la parte racional de Dumbroch le decía que no podía permitir que aquel príncipe la dominara del tal manera.

No, ella debía ser más fuerte había demasiado que perder y no tomaría el riesgo, además, con dolor y claridad sabía que no se merecía ser el juguete desechable del heredero, porque al fin y al cabo eso sería, cuando el príncipe cumpliera sus 24 años, el se casaría con su real destinada, la princesa de Arendell.

Estaba a punto de cruzar la puerta para salir cuando la mano de Hiccup la detuvo dejándola entre el cuerpo del joven y la pared junto a la puerta, dejándola acorralada impidiendo el que pusiese escapar.

Sus nervios se incrementaron pero hizo todo lo posible para erradicarlos de manera inmediata haciéndole saber al príncipe que no se dejaría intimidar, ni aunque la mantuviese ahí por horas se dejaría doblegar.

— Dime, Mérida, ¿Qué sucedió que dejó tus manos así? — Demandó el castaño con un tono tosco sin elevar la voz ante la chica.

— Su majestad... yo — La común se vió a si misma siendo interrumpida por la impaciente voz de Hiccup que la dejó sin habla.

— ¡Dímelo, Mérida! — Pidió nuevamente el príncipe de manera ruda y exigente. — Y no quiero vueltas o mentiras.

Dumbroch se vio perdida por varios segundos en la bella mirada del castaño, medio hipnotizada por sus bellos ojos verdes los cuales frecuenta evitar observar ya que sin dudar son lo que más le gusta de su destinado, y gustarle el príncipe no es un lujo que se pueda dar, mientras tanto este la miraba molesto y no pudo evitar no pensar siquiera un segundo en como se sentiría besar a que se suponía era su amor verdadero, imagen que apareció en su mente el día en que cruzaron miradas por primera vez.

— ¡Mérida! — Exigió en futuro monarca.

— Me he caído. — Confesó en un susurro — Perdí el equilibrio en las escaleras y dejé caer unos platos, no logré estabilizarme y caí sobre la loza rota terminando por enterrarme algunos trozos. — Por segunda vez en su vida se sintió pequeña frente a la figura del príncipe, admite se sintió algo asustada al ver y sentir la molestia de Hiccup imponiéndose frente a ella, no porque le podría hacer daño, tenía más que claro que él no era así, pero jamás había visto al joven tan enojado.

— Te has sentido fatigada, ¿No es así? Has estado haciendo trabajo demás, deberías descansar y yo hablar con mis padres. — Dijo Hiccup mientras trataba de clamarse al sentir los nervios de Mérida.

Quería cuidarla y anhelaba tenerla a su lado, pero sabía que la pelirroja no le permitiría lo segundo sin embargo si podía protegerla y sin dudarlo lo haría.

— Ve a descansar, Mérida, yo iré a...

— ¡No!, por favor no lo hagas, no nos expongas así — Rogó Mérida algo desesperada. — Si descubren esto tu no perderías nada tu compromiso y alianza seguirían en pie y tal vez solo te enviarían a Arendell por un tiempo, pero, yo tengo toda una vida que perder.

Antes de que Hiccup lograra quejarse unos finos y suaves labios sobre su boca se lo impide. Ese beso que el príncipe anhelaba tanto por fin estaba pasando. Su destinada lo estaba besando y a pesar de lo corto y leve que fue el contacto el príncipe Haddock podía afirmar con todas sus fuerzas que fue una de las mejores sensaciones que alguna vez experimentó.

Una vez la joven se alejó, soltó un suspiro y suavemente rectificó sus palabras.

— Por favor, no lo hagas.

El príncipe de Berk no dejaría pasar una oportunidad como la que se le acababa de presentar, por lo que tomó la cintura de la rizada para acercarla hacia él sin dejar ni un centímetro de separación evitando que escapase.

Quería que ese beso nunca acabara, quería detener el tiempo y besarle cuanto tiempo pudiese aguantar su respiración, quería poder besar a su alma gemela cada vez que tuviese la oportunidad y sobre todo quería quedarse a su lado a pesar de todo.

A pesar de saber que eventualmente, tendría que dejarla ir.

Y eso es algo que definitivamente no quería. 

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En caso de que no lo hayan visto hoy terminé al fin el primer libro que escribí así que pueden ir a verlo si quieren.

Gracias por su apoyo, nos leemos pronto para más. <3

Jerarquías [Jelsa / Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora