꧁ 𝑇𝑒𝑛 ꧂

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"𝑯𝒐𝒍𝒅 𝒎𝒆 𝒘𝒉𝒊𝒍𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒘𝒂𝒊𝒕"ꕥꕥꕥ

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"𝑯𝒐𝒍𝒅 𝒎𝒆 𝒘𝒉𝒊𝒍𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒘𝒂𝒊𝒕"
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Mérida podía ser de todo menos tonta, no pensaba desperdiciar aquella oportunidad que los monarcas de Berk le estaban proporcionando a ella y a su familia, por lo que durante todo ese tiempo se vio obligada por sí misma a mantenerse completamente alejada del príncipe Hiccup siendo la misma rutina que llevaba a cabo antes de que todo el problema ocurriera.

Lo ignoraba y se escondía cada vez que rondaba cerca de él, siempre excusándose de que debía hacerle favores a la condesa, quien se apropió de sus trabajos como sirvienta un par de años atrás, tenía que hallar manera de aprovecharse de la situación en que la malcriada condesa la había puesto ya que el ignorar al príncipe era mucho más difícil ahora que la buscaba constantemente.

Aunque nunca había previsto que el príncipe la buscaría justamente cuando estaba realizando uno de sus trabajos para la condesa, bañando a su yegua, Tormenta. Que la emboscara ahí era bajo para la pelirroja.

- ¿Por qué no me lo habían dicho antes? - Preguntó el príncipe caminando hasta llegar justo a un lado de la pelirroja

Mérida estaba dándole los cuidados que la condesa exige sobre su yegua, ya la había bañado y secado, por lo que solo faltaba peinarla y le iba de maravilla cuando el puro se acercó a su lado, no le había mirado, pero lo sentía ahí, justo a su lado clavando su mirada en ella.

Dió un suspiro y dejó el trabajo a un lado por un segundo, se atrevió a mirarle de frente e hizo una respetuosa reverencia hacia él.

- Buenos días, su majestad. - La ojiazul volvió a erguirse y siguió cumpliendo con su trabajo -Lamento informarle que no tengo idea a que refiere su pregunta. - Contestó Mérida pretendiendo confusión y desinterés.

Aún no habían hablado de nada, nunca de hecho, ella podía asegurar bajo juramento que esta era sin duda la primera vez que se dirigieran la palabra.

- Que eres mi alma gemela destinada. - Acusó Hiccup poniéndose frente a ella para así impedirle seguir peinando.

A diferencia de la actitud de muchos comunes frente a cualquier casta superior, Mérida se sentía y era bastante diferente, ella no era para nada sumisa, tampoco muy callada o respetuosa, sabía cuándo hacerlo pero no era así usualmente, tampoco esperaba que su destinado fuese alguien "superior" a ella y así darle un poco más de poder. No. Para los ojos de Mérida el mundo era mucho más realista que los cuentos de hadas, el no soñaba con tontos ideales y mucho menos estaba dispuesta a hacer caso a todos lo que fuesen diferente a ella, aunque su alma gemela fuese de otra casta, nunca le diría que hacer y que ser en el futuro, ni aunque se tratara del príncipe de su reino.

Había dejado de creer en esas cosas cuando descubrió la cruel broma de parte del destino sobre quién sería aquel que la acompañara por el resto de su vida.

- Lamento si es una falta de respeto para usted, pero seré honesta y directa. ¿Qué hubiera cambiado si se lo hubiese dicho? ¿Me va a decir acaso que su compromiso con la princesa de Arendell se hubiese cancelado? ¿O qué sus padres no lo hubiesen comprometido con la condesa en su lugar? - Preguntó Mérida sabiendo incluso la respuestas a aquella pregunta.

Hiccup se quedó en pleno silencio ante aquello, no conocía a Mérida para nada pero tampoco llegó a imaginar que ella le respondiese de esa manera, ni siquiera pensó que sabría de su compromiso, tenía sentido, las noticias vuelan dentro del castillo, pero no había venido aquí con nada previsto.

Tragó saliva y mojó sus labios antes de responder. - No realmente. - Terminó por decir bajando la mirada.

Tenía claro que no podía hacer nada, y que su matrimonio con Elsa era inminente, pero aún así le hubiese gustado saber antes, ¿Para qué?, para conocerla más, saber que cosas le gustaban y así aprovechar cada momento antes de que tuviese que casarse. Su matrimonio sería en 12 años, tenían tiempo. Aunque él estuviese comprometido, siempre fue un romántico que deseaba encontrar a su alma gemela, conocerla y saber porque el destino había decidido unirlos, por esa misma razón le dolía de cierta forma que Mérida decidiera ocultarlo.

Quería ser un buen destinado para su alma gemela, pero ¿Cómo podía hacerlo si ni siquiera podía ofrecerle un futuro decente a su lado?, ni siquiera podía hacerla feliz sin ser algo pues el contraer matrimonio con alguien más era un claro ejemplo de rechazo.

- ¿Entonces? - Cuestionó Mérida. - No le veo el sentido a habérselo contado, majestad. - Dijo la pelirroja moviéndose a un lado paras seguir con su labor al otro lado de la yegua.

Sin embargo la mano de Hiccup le impidió que siguiese su camino, haciendo que la común se volteara a verlo.

- Pero merecía saberlo. - Exigió el castaño sin soltar su agarre.

- ¿Por qué? ¿Cuál es el punto de saberlo si usted tiene otra destinada predilecta?, una a la cual no puede rechazar ni renunciar. - Preguntó Mérida observándolo de manera fría.

Ella tenía un punto. ¿Para qué saberlo?, después de todo nada nunca cambiaría. La vida seguiría siendo dura y tosca para Mérida por haber nacido como nació y continuaría siendo dictada por el peso de la corona para Hiccup.

Así que, ¿Para qué contarlo?.

- Yo... - Titubeó el príncipe.

- Solo, continúe con su vida como lo hacía antes de saber sobre esto, de la misma manera haré yo con la mía, como si nunca nos hubiésemos mirado a los ojos y como si nunca hubiese aparecido una marca en nuestros hombros atando nuestro sentir. - Mérida se soltó del agarre del príncipe, soltó el cepillo y comenzó a caminar dentro del castillo.

- ¡No puedo hacer eso! - firmó Hiccup deteniendo el paso de la pelirroja.

- Pues inténtelo, alteza. Por que yo si que lo haré - Al decir aquello Mérida siguió con su camino para así seguir con el resto de sus labores diarias y seguir complaciendo las órdenes de la condesa.

A pesar de querer estar al lado de su destinado, y por mucho que su yo interior no quisiera separarse de él debía aceptar que eso no ocurriría, no podía ocurrir nunca.

Esa era una sociedad de mierda, y ese destinado al que sin evitarlo quería junto a ella, a final de cuentas, no era suyo.

A final de cuentas, ese chico era en realidad, el destinado de alguien más.

Tenía que aprender a vivir con aquello.









Jerarquías [Jelsa / Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora