꧁ 𝑂𝑛𝑒 ꧂

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" 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒔 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒄𝒓𝒚"

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" 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒔 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒄𝒓𝒚"

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Ya habían pasado alrededor de 3 años desde que Elsa conoció al príncipe Hiccup Haddock, aquel chico poco mayor que ella con el cual contraería matrimonio al cumplir los 21 años, sin embargo, teniendo ya 9 años, lo poco y todo que sabía de su prometido es que era un chico algo torpe pero bastante correcto y organizado, tal y como ella, sería un gran líder, y aún así, siendo totalmente consciente de eso, algo de Hiccup no le convencía a Elsa.

A decir verdad, por muchas similitudes que habían entre ellos, desde manías a pensamientos, no eran realmente compatibles, la mayoría de su tiempo juntos se basaba en tontas discusiones como lo era el gusto en sus comidas, a que y como jugar o cómo llevar a cabo una idea, sí, pensaban igual, pero su lógica era totalmente diferente.

Iduna, su madre y reina, le había pedido, bueno, realmente le había exigido que se llevase bien con el príncipe Hiccup o se vería en la obligación de enviarla por una temporada a Berk para que así pudieran conocerse mejor y mejorar su relación conviviendo diariamente. Berk era un reino conocido por ser mucho más rural y boscoso que el resto, Elsa era consciente de eso y no estaba dispuesta a ir y verse obligada a dejar su amado reino por más de una semana. Arendelle de alguna manera le traía calma y paz.

— ¿De nuevo soñando despierta, cariño? — Preguntó la madre de Elsa desde la entrada de la gran biblioteca ubicada en lo alto del ala oeste del castillo, lugar dónde Elsa se escondía cuando no estaba de humor para escuchar a sus padres y sus molestas charlas sobre lo bien que le haría al reino en el futuro un hombre al mando en vez de solo ella.

No lograba comprender aquello. Cuando miraba a Hiccup, a pesar de ser más alto que ella, no había diferencias, ambos sabían leer y sabían bastante sobre la historia de sus reinos, ambos sabían de modales, de etiqueta y como manejar cosas básicas de un reino, a los dos les quedaba muchísimo que aprender pero lo harían, entonces, ¿Cuál era la diferencia?¿Será que su padre se refiere a que Hiccup es mayor? Tal vez tendría más experiencia al momento de llegar al trono, o eso era lo que creía Elsa.

— Lo siento, mamá, solo estaba despejando ideas — Responde Elsa cerrando el libro que estaba sobre sus piernas.

No pensaba dejar que Hiccup llegase a la corona con más conocimientos que ella, por eso había comenzado a leer sobre su reino y quienes estaban a cargo en los mejores momentos de Arendell y es que, además de ser muy competitiva, Elsa solo quiere que su padre esté orgullosa de ella.

— Deberías estar haciendo algo más productivo, hija, como practicar arquería tal vez. Algún día serás la cabeza de los guerreros del reino. — Sonrió su madre tranquila.

— Pero papá dijo que dirigir a la guardia real sería trabajo de Hiccup, no mío. Además quiero aprender de la historia del reino para hacer mejor las cosas. — No era mentira que cuando su padre la veía siquiera tocando una espada o hablando de arquería cambiaba su humor y le decía que las armas y guerra no eran temas de su incumbencia, sin embargo no perdía la oportunidad de practicar cuando su padre está ocupado con sus labores de rey.

— Elsie, lo mejor para el reino es tomar acción por él de acuerdo a tus creencias. No queremos mantenerlo igual por siempre, queremos avanzar y perfeccionarlo. Para eso necesitarás más que un libro de historia antigua que dudo entiendas realmente. — Aclaró su madre.

Había un problema, Elsa si entendía aquel libro y por ello soltó un disimulado suspiro al ver que ya se encontraba hablando del reino con su madre. Las palabras y preguntas de la reina siempre se basaban en el mismo pobre y ya sin sentido argumento, el bienestar del reino, jamás preguntaba por la salud de su hija, ni física o emocional, quien a pesar de tener la responsabilidad de un reino entero sobre sus hombros, sólo quería tener un poco de libertad. Ni siquiera se le permitía salir del castillo.

Cuando la reina dejó la habitación, Elsa sintió bastante agobio y también se comenzó a sentir algo ahogada, por lo que decidió hacer algo que la metería en problemas a ella a y los guardias que deben cuidarla. Se sentía egoísta por no pensar en ellos, pero necesitaba hacerlo.

Tomó un libro de cuentos y lo metió dentro de un pequeño bolso. Si todo salía bien podría llevar a cabo su plan de emergencia nunca antes usado a la perfección. Tal vez, solo tal vez, lograría salir del castillo sin ser vista.

Hace unas semanas había descubierto una salida trasera a un costado del patio del palacio, camuflada entre las margaritas y jazmines. Elsa suponía que era usada por los sirvientes cuando hacían la compra puesto a que no se les era permitido usar la entrada principal por la cual solamente cruzaban guardias de altos rangos y la familia real.

La princesa se cambió de ropa usando unas prendas que desesperadamente robó de las hijas de algunos sirvientes que eran más o menos de su contexturas. Se sintió extraña al cambiar su vestido de telas suaves y de colores claros y vivos como dorado y azul por unos pantalones de cuero áspero y una camiseta y corsé de la misma textura, aunque la sensación era incómoda, Elsa notaba que sin vestido tenía mejor movilidad. Dejó sus pequeñas joyas y emprendió camino al jardín trasero donde, para su suerte, habían pocos jardineros trabajando.

En sus 9 años de vida, jamás había dejado el castillo, ni siquiera con supervisión. No tenía ni la menor idea de cómo lucía su reino más allá de la lejanía de algunas ventanas del palacio, y ella moría por conocer aquellas casitas desde cerca,  ver los parques y los bellos murales que no distinguía bien desde su balcón, moría por conocer el ambiente que su gente creaba y sentirlo suyo, pero por sobre todo, moría por salir de aquella cárcel camuflada como su hogar.

Una vez fuera del castillo y de asegurarse que nadie la haya visto, se dedicó a contemplar aquel bello paisaje que acostumbraba a admirar desde las lejanías de las ventanas. Al sentir esa libertad, sintió como su pecho se inflaba de alegría al ser capaz de percibir un aire nada que ver con los del terreno del castillo.

El reino de Arendell era mucho más hermoso de lo que alguna vez imaginó y observó desde el palacio, con tan solo caminar unos minutos, ya había llegado hasta el poblado, encontrándose con todos sus habitantes, sus puestos de trabajo, sus pequeñas y grandes tiendas de comercio, la plaza principal con aquella fuente que no era capaz de apreciar detalladamente desde el palacio, al igual que el juzgado y la comisaría de la guardia real. Todo se apreciaba más hermoso que en pinturas y Elsa se sentía tan bien de ser capaz de apreciar cada bendito detalle de cerca.

Anna, su mejor amiga en el castillo, hija del guardia personal de su padre, protegida del Rey y la nombrada su dama de compañía, le había dicho que el pueblo era un lugar bastante monótono, pero para Elsa era todo un nuevo mundo y ella estaba completamente dispuesta a descubrirlo por si misma. Estaba conociendo su ciudad natal por primera vez y nadie le quitaría esa felicidad.

Solo había un pequeño gran problema. Elsa aún se sentía agobiada y no estaba dispuesta a volver hasta sentirse mejor. Ahora ¿Quién sabe a dónde la llevaría eso?.

Jerarquías [Jelsa / Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora