Vamp Laws || SooJun

Capítulo 11

Maratón 2/?.

La pelinegra rió a carcajadas sintiendo las manos de su tío recorrer sus costados, haciéndole cosquillas.

YeonJun de igual manera reía junto a la niña que había estado durmiendo casi todo el medio día.

—¡Me hago pipí! —chilló la niña llorando de la risa. YeonJun dejó un beso sonoro en su nariz y la dejó en paz. La niña se estiró en la cama secando las lágrimas que habían caído por sus mejillas— Quiero dormir, tío —dijo mirando al adulto con un puchero.

—Luego de que comas podrás seguir haciéndolo, ¿sí? —le dijo peinando el cabello revoltoso de la pequeña.

—¿Me carga? —le preguntó la niña tomando en su mano uno de los aretes del pelinegro, jugando con él, haciendo que la prenda tintinease en su uña.

—Ya estás grande para eso, princesa —dijo YeonJun sintiendo a la niña jugar con su arete.

—Tío Junnie~ —la niña puchereó y miró con ojos brillosos al abogado que, sin resistirse, rodó los ojos tomando a la niña en brazos.

—Pesas~ —le dijo haciendo reír a la niña, al bajar las escaleras sintió los pies descalzos de la pelinegra chocar con sus rodillas.

SooJung era alta.

SooJung ya está grande. Pensó YeonJun dejando a la niña sentada en el sillón.

Pero seguirá siendo mi princesa.  Asintió a sus pensamientos caminando a la cocina para calentar el desayuno de la pequeña.

SooJung era como su hija, a veces, hasta parecía más hija de YeonJun que de SeokJin y es que, antes de que su hermano se mudase, el abogado y la pelinegra pasaban todo el tiempo posible juntos, la niña a la temprana edad de dos años llegó a decirle <<Papá>> al pelinegro más de una vez, aunque esto no quería decir que la niña no amase intensamente a sus progenitores.

Luego de que su hermano se mudase y llevara a SooJung lejos de él, era un regalo y una gran emoción tenerla para él solo en su casa por mucho tiempo.

YeonJun quería a SooJung como una hija.

Y daría todo por sacar una sonrisa, daría todo para tenerla a salvo.

—Ah, princesa...—dijo mirando a la niña dormir sentada y desparramada en el sillón— A comer, mi niña —le dijo tocando el hombro de la niña que despertó a los segundos— Come y luego sigues durmiendo —dijo dejando un beso en la frente de la niña.

Su teléfono sonó.

Fue a la encimera y tomó el aparato.

Número desconocido. 

Frunciendo el ceño y pensando en quién sería el que llamaba, atendió.

—¿Hola? —atendió mirando a la niña que, más despierta, encendió la televisión— Princesa, baja el volumen un poco, ¿sí? —le dijo apartándose del teléfono.

—Lo siento, tío —dijo la niña bajando el volumen de sus caricaturas.

—Hola... —YeonJun no reconoció la voz al instante. Era un tono rasposo, cansado y ronco.

—¿Señor Choi? —preguntó tomando en su mano uno de los marcadores que había usado su sobrina el día anterior, tomó una hoja cercana y empezó a rayar la hoja sin sentido alguno— ¿A qué se debe su llamada? ¿Pasó algo?

—N-necesito... Necesito que los exámenes se apresuren  —habló con debilidad.

—Hoy entregan dos resultados —dijo— La sangre en la boca del difunto y la saliva en las mordidas.