Capítulo 13

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Maratón 4/?.


















SooBin estaba sentado en la "cama" de la celda, mirando al suelo mientras pasaba su lengua repetidas veces por sus labios ya sin poder captar el sabor que casi, casi, lo hace perder la cordura.

Hace horas el abogado se había ido, hace horas le había ofrecido beber de él.

Y lo había hecho. No se arrepentía, obviamente, tenía sed y además desde que había conocido a Choi había olido por sobre la suave fragancia que usaba, su sangre, por muy raro que sonase.

Al principio se negó por simple educación, y preguntó si estaba seguro, nuevamente por educación. El abogado le había, prácticamente, salvado la vida.

Sintió una fuerte tentación cuando YeonJun ofreció su otro brazo, más ya era suficiente para resistir a los dos días que faltaban.

También recordó como le había visto con el ceño fruncido cuando limpió las gotas de sangre de su antebrazo sin descaro y vergüenza, haciendo inmediatamente una reverencia de disculpa.

Algo muy humano de su parte, pero no podía hacer nada...

Su madre le había criado así.

Antes de daré cuenta ya había desviado sus pensamientos hacia la mujer de cabellos lacios y negros que le crió y tuvo la dicha de abrazar, aquella que le había traído al mundo.

La mujer si bien, le crió con mucho amor y algunas costumbres humanas le había enseñado a cazar, a pelear, a defenderse, a engañar cuando sea necesario y le ayudó con el desarrollo de sus dones como vampiro, la mujer le daba besos en la frente cada que hacia algo bien y le felicitaba con una sonrisa, le llevaba de la mano aveces y le colocaba apodos bonitos que hacían que el SooBin de cien años se emocionara y sonriera.

Su madre, a pesar de no querer en lo completo a su padre, ya que los habían obligado a casarse por motivos que él núnca conoció, jamás le habló mal del hombre, siempre mantenía y trataba que la relación de padre e hijo fuese buena sin meter sus problemas con su esposo.

Y aún no comprendía.

SooBin aún no comprendía el testamento, él desde que nació había sido el pequeño de mamá, su padre se había llevado lejos a Seong-Suk al ser el mayor y el que mejor podía dirigir su empresa que, por cierto no era suya, era de su madre, más el hombre se hacía cargo de ella. Y no comprendía, de verdad que no lo hacía.

¿Por qué su madre solo le dejó un yate?

Y no se molestaba por eso, no tenía ningún tipo de rencor contra la mujer, nada de eso.

Solo que aún no entendía como él siendo el más allegado con su madre, siendo él quién estuvo con ella hasta el día antes de su muerte, siendo SooBin su pequeño colmillos, como le decía, no había recibido algo de valor.

Nuevamente, no se molestaba por no haber recibido los millones ni la empresa, mansión y autos, no.

Solo que... Era lo más lógico, ¿no?.

¿Cómo su madre le dejaba una fortuna a Seong-Suk?, un niño que solo vio nacer y acompañó hasta cumplir los cien años, diez de humano, y SooBin quien estuvo siempre en las faldas de su madre, ¿Para él no había eso? Antes era muy 'pequeño' como para pensar en ello agregando que estaba pasando el dolor de la pérdida de su madre junto a todos los inconvenientes con Seong-Suk.

Agradecía estar preso. Rió por sus pensamientos jugando con las cintas que tenía el suéter que le había dado el abogado, podía percibir la suave fragancia de él.

Estando en esa celda, sin sed, sin tanta debilidad, sin llamadas de revistas para sesiones fotográficas, sin empresas de ropa contactándolo para una pasarela, sin Seong-Suk, persiguiéndole y haciendo todo lo posible por joderlo, en el silencio de la celda, pensó mejor las cosas.

Juntó cabos, analizó cosas y frunció su ceño.

Por muy humano que suene, quería llorar.

No de tristeza, ni de felicidad, quería llorar de frustración, quería llorar porque no entendía...

Quería llorar porque no sabía que le había hecho a su hermano para que este fuera así con él.

Y dejó caer las lágrimas con total naturalidad, mirando por la pequeña rendija que hacía función de ventana el cielo estrellado, entraba una suave brisa que apenas y podía mover su fleco negro como el mismo cielo.

—¿Te paso un pañuelo? —volteó a ver al guardia con iris carmesí y colmillos afilados, gruñó al hombre que volvió a su puesto con rapidez, después de todo no esperó que el vampiro estuviera tan energético para gruñirle de esa forma tan energética e intimidante.

No le importaba si el guardia le veía llorar y se burlaba, o si hacia chistes después.

Llorar no le hacía más ni menos vampiro.

Él podía ser con facilidad uno de esos seres de la noche que engañaban, mataban sin remordimientos y gozaban del sufrimiento de los demás, como también podía llorar, sentir amor, tristeza, furia y felicidad.

El ser un vampiro no quería decir que tenía que andar por ahí bebiendo de quién sea que se le cruzara, gozando del dolor ajeno, matando a algún inocente por mero ocio.

El ser un vampiro no es signo de poder, si bien son una raza más avanzada genéticamente hablando, con dones que un humano moriría por conseguir, eso no decía que tenía que ser un sin–sentimientos.

Por eso, luego de bajar su frustración con el llanto, secó lo húmedo con sus palmas y sonrió de medio lado, recuperándose.

Volviendo a su primer pensamiento.

El abogado alimentándolo.

Espero no se haya dado cuenta. Pensó recordando como había dejado un pequeño "Veneno" en el antebrazo de Choi. No iba a matarlo ni afectarle de alguna forma, solamente le iba a proteger de los vampiros.

Seong-Suk incluido entre ellos.

         































































































The_Dark_Diamond

Vamp Laws || SooJunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora