―Chapter Eight―

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CHAPTER EIGHT

𝑵𝒆𝒈𝒍𝒊𝒈𝒊𝒃𝒍𝒆

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El penetrante olor a humedad despertó de golpe sus aletargados sentidos. Intento moverse vagamente, pero, al hacerlo, sintió sus brazos entumecidos, claramente se encontraba atada. Suspiro con algo de pesar volviendo a sentir aquel horrible hedor mezclado con un familiar aroma a nuez que la ayudo a deducir que se encontraba muy cerca de una plantación de Nuez de Macadamia. Una de las setecientas cincuenta y seis, que se encontraban al otro lado de la isla.

Abrió los ojos, lentamente, ya que la cabeza se le partia en dos por el golpe que el congresista Freed le había dado. Parpadeo algunas veces hasta que sus ojos lograron ajustarse a la luz del lugar, volteo hacia todos lados descubriendo que estaba en un almacén a medio terminar, no se sorprendió mucho al ver que el congresista se encontraba a escasos metros de ella, también esposado a una silla e intentando liberarse.

—No creo que eso sirva de mucho—aseguro

—Dios, que bueno que ya despertaste—aliviado

—Si, no gracias a usted, la próxima procure no darme en la cabeza—se volvió a quejar

—Oye, yo...lamento mucho todo...—

—Al fin despiertas—la persona que los había llevado allí hizo acto de presencia interrumpiendo el discurso no político del congresista. Sus rasgos eran asiáticos, de cabello y ojos castaños, labios pequeños, dientes perfectos y demasiado blancos. Llevaba camisa gris azulada con elegantes pantalones negros y un par de mocasines del mismo color

—Diría que me alegra mucho verte, pero no tengo la menor idea de quien rayos eres—

—Congresista Freed creo que es momento de que comience a escribir—ignorándola completamente

—Váyase al diablo—afirmo el congresista viendo al sujeto

—Esperaría una respuesta más digna de un congresista—paseándole alrededor

—Suélteme y le mostrare lo digno que puedo llegar a ser cuando patee su trasero—

—No está pesando bien—afirmo amenazante mientras que el congresista rio sarcástico

—¿Por qué firmaría el equivalente a una nota suicida?—irónico—Seria el fin de mi carrera política—aseguro—Si lo firmo me asesinara de todas maneras—finalizo viéndome

—¿A un tesoro local como usted? ¿Un héroe de guerra?—cuestiono sarcástico—No, tengo mucho respeto por sus logros. Sin embargo...—observo a la muchacha frente a ellos—Tal vez pueda hacerlo reconsiderar mi propuesta—se acercó, jalo su cabello hacia atrás para poder descubrirle el cuello y luego apoyar una navaja en el provocándole un leve escozor—¿Tu qué crees linda?—indago viéndola

THE OCEAN - Steve Mcgarrett - [EN EDICION/ 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora