―Chapter Twenty Nine―

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CHAPTER TWENTY // NINE

 𝑨 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒔𝒂𝒏𝒅 𝒑𝒊𝒆𝒄𝒆𝒔

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Suspiré profundo contemplando el océano, destapé el tequila y le di un gran trago que quemo con suavidad mis tripas, bebo de nuevo y su efecto aumenta. 

No había parado de llover en toda la noche y la lluvia solo se había intensificado en la madrugada. Podía oír el agua corre a raudales por las bocacalles dirigiéndose al océano y a algunos automóviles ir y venir con sus parabrisas inundados; pero sigo sin moverme, aunque la lluvia me moje por completo.

Bebo otro trago.

No me importa estar llorando bajo la lluvia, no me importa que me creyeran débil porque así me siento ahora; débil y rota. Y en este instante; puedo sentir que el mismísimo cielo, en su infinita misericordia, comprende mi dolor y llora conmigo.

Estoy dolida. Acabada. Hecha mil pedazos.

Levanto mi rostro hacia el cielo cerrando mis ojos placenteramente.

El agua de la lluvia es tan helada que por unos breves instantes puedo sentir como si cientos de cuchillas me cortaran el rostro, y de pronto, la nada...por un momento no siento nada. No escucho nada. Mis pensamientos se anulan y solo estamos esta majestuosa lluvia y yo, que, si la dejo, me arrastrara hasta el fondo de mis penurias sin darme opción a luchar.

Pero eso no será hoy.

Tome aire sintiendo mi pecho arder por el frio.

La lluvia sigue cayendo de manera estrepitosa sobre mí arruinando lo que quedaba del bello peinado de hace unas pocas horas atrás. Até mi cabello en un moño desordenado y sonreí sin darme cuenta. Mis labios solo se curvaron porque si, sin mayor explicación 

Bebí otro trago de Tequila sin sentir el fuego del inicio; ya estaba ebria. Me refregué los ojos con cansancio, ¿Qué hora es? ¿Las tres, cuatro? Estaba oscuro: solo brillaban las luces de mi auto por encima de las palmeras y la lluvia no cesaba.

—¿Estás bien?—volteé y pude verlo a una distancia prudente bajo un paraguas negro

—Ebria—me reí tontamente—Y...tal vez...contenta—suspiré bebiendo nuevamente

—¿Segura?—cuestiono y simplemente asentí

» Deja de mentir. Estas rota. Hecha mil pedazos «, sentencio mi subconsciente

Mi estomago se retorció cuando el viento se levantó. Sentí una chaqueta sobre mis hombros, lo observé y sonreí de lado agradecida.

—¿Te llevo a casa?—pregunto

THE OCEAN - Steve Mcgarrett - [EN EDICION/ 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora