THE OCEAN - Steve Mcgarrett - [EN EDICION/ 2024]

―Chapter Thirty One―

🎄Maratón Navideño 🎄

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CHAPTER THIRTY // ONE

𝑷𝒐𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑩𝒂𝒃𝒚𝒔𝒊𝒕𝒕𝒆𝒓

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 Un repiqueteo empieza a taladrarme los oídos hasta sacarme del hermoso sueño en el que me encontraba. Giro quedando boca abajo y luego escondo mi cabeza bajo la almohada tratando de amortiguarlo, pero, claramente, no funciona. Estoy muy segura de que ese ruido proviene de Malta jugando en el pasillo con la maldita pelota con el cascabel dentro que Danny le regalo la semana pasada.

Vuelvo a girarme, poniendo la cabeza nuevamente sobre la almohada, y miro el techo, intentando recordar mi sueño, en el cual, como de costumbre en los últimos días, el rostro de Steve está presente de una u otra forma.

Suspiro

Me revuelvo entre las sábanas con la intención de volver a dormir un poco más, pero la alarma de mi móvil no es tan benevolente y comienza a sonar recordándome que ya es hora de levantarse.

Hoy era mi día libre, pero, por alguna extraña razón, a Sammy se le ocurrió la "bella" idea de citarme a una "importante" reunión, eso significa que debo levantar mi trasero de la cama en este instante, si es que quiero llegar a tiempo y que no me regañen, como siempre.

Abrí el grifo y, mientras esperaba que el agua tome la temperatura deseada, me quite el pijama y vi mi rostro en el espejo sobre el lavabo. Estoy agotada. Mentalmente agotada. La investigación me está consumiendo. Esas malditas cartas no han dejado de llegar y falta de coherencia que tienen entre sí—suelen ser canciones, frases o poemas—sin un hilo ni nada que las conecte, está volviéndome completamente loca. Aunque, a decir verdad, lo peor es que tampoco puedo pedirle ayuda a alguien, ya que no quiero arriesgarlos ni exponerlos y, además, llevo varios días, intentando evitar tener contacto con el único ser que sabe sobre la investigación. 

Realmente; y siendo honesta, lo extraño mucho y sé que ser amigos será bastante complicado, pero puede que esta distancia; aunque es lo peor para mí ya que me duele como la mismísima mierda, si sea buena para él, Cath y los demás.

Y en verdad ellos son los únicos me importan ahora.

Luego de ducharme, me vestí con un short de jean, top negro mangas cortas y mis fieles vans, baje a la sala en donde le deje comida a Shiva y Malta, quienes por lo visto no tenían planeado moverse del sofá, tome las llaves del auto, mi riñonera—en la cual llevaba dinero, móvil y mis audífonos—una manzana y salí de casa.