―Chapter Twenty Five―

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CHAPTER TWENTY // FIVE

▶ 𝑩𝒂𝒃𝒚 𝒐𝒏 𝑩𝒐𝒂𝒓𝒅 ◀

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Suspiro y apretó sus ojos con fuerza intentando poner su mente en blanco para poder librarse de la perfecta imagen que está proyectaba de ella sin su consentimiento. Bebió de su café aun sintiéndose realmente confundido. No comprendía como, desde aquel beso, parecido a los que se daban los adolescentes en la secundaria, había comenzado a tener aquellas pequeñas fantasías o sueños, tanto dormido como despierto, con la joven ex agente.

Solía soñarla entre sus brazos, en sus labios, su cabello.

Además de eso había pensado en varias maneras estratégicas de encontrarse "por accidente" pero sabía que conducir durante cuarenta minutos casi una hora, un domingo a las ocho de la mañana en dirección a Pupukea para fingir que su auto se descompone frente a la reserva de los Kapu no parecería algo muy accidental.

Le daba miedo estar perdiendo la cabeza.

Meses atrás, antes de aquel encuentro, apenas sabía de su existencia. Ella era una chica más, lo único diferente era que ocupaba un lugar en la vida de la familia de su amigo. Pero...ahora, despertaba en mitad de la noche recordando vívidamente aquel mágico beso deseando tenerla a su lado, dormida entre sus brazos.

Llevaba mucho tiempo pensando en cómo se sentiría ser él afortunado que pudiese verla cada día al despertar, ver sus ojos azul verdoso con los primeros rayos del sol, su nariz tan pequeña y refinada, su tierna, pero a la vez picara, sonrisa y ni hablar de poder tocar aquel escultural, magnifico y pequeño cuerpo de...

—Dios, esto es una tortura—concluyo bebiendo de su taza

Tomo el móvil dispuesto a enviarle un mensaje a su novia; con la intención de sacarse a dicha jovencita de la cabeza pero; por alguna extraña razón, Lex fue el primer contacto en aparecer en su lista de conversaciones; el universo conspiraba contra él.

Abrió el chat y leyó los últimos dos mensajes que ella le envió e instantáneamente sus labios subieron solos formando una tonta sonrisa de adolescente. Al notarlo suspiro con frustración pasándose la mano por el rostro. Dejo el móvil e intento volver a concentrarse en los informes que debía entregarle al gobernador sobre los últimos casos.

Transcurrido treinta minutos, de muy poca concentración en el trabajo, unos insistentes golpes en la puerta de entrada llamaron su atención.

Cerro el archivo que estaba leyendo, dejo la taza a un lado para salir de su habitación y bajar lentamente las escaleras.

THE OCEAN - Steve Mcgarrett - [EN EDICION/ 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora