THE OCEAN - Steve Mcgarrett - [EN EDICION/ 2024]

―Chapter Nine―

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CHAPTER NINE

𝑾𝒉𝒚 𝒎𝒆?

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La mañana de aquel sábado era inusualmente más fría que de costumbre haciendo que la complicada tarea de salir de la cama fuese un poco más difícil. Luego de meditarlo durante unos segundos finalmente consiguió coraje para salir de la cama y corrió hacia el baño, se ducho, se vistió, dio un mordisco a una tostada que no acabo, cerro la casa con llave y fue hacia su auto para emprender su viaje al trabajo. Normalmente el camino a la cafetería era un interludio bastante agradable. Por suerte estaba ávida de la rutina y se había empeñado en seguir el mismo trayecto cada día, eso la mantenía con los pies en la tierra proporcionándole la sensación de formar parte de un contexto, al igual que cuidar de sus pequeños por las tardes.

Estaciono a unos veinte metros del lugar donde pasaba treinta y cinco horas semanales—turnos de cinco horas al día de lunes a viernes—podía ver todo el panorama desde allí, aunque normalmente intentaba no hacerlo. El nombre de aquel tortuoso sitio era "La Mariana-Tiki Bar". Un pequeño lugar de antaño verdaderamente muy popular en toda la isla, tanto por los locales  como por los cientos de turistas que pasan allí cada día. Suspiro observando su reloj a sabiendas de que no llegaba tarde en absoluto, aún le faltaban cinco para las ocho cuando bajo del auto.

Abrió la puerta y su entrada fue precedida, como era habitual, por el cansino tintineo de algo que aparentaba ser una campanita, pero que más bien sonaba como el aullido de un animal quejándose de alguna dolencia—llevaba varias semanas pidiendo que la saquen porque claramente no solo la volvía loca a ella con aquel sonido sino que también asustaba a los niños que solían asistir al lugar—En aquel instante el agradable aroma a café recién triturado se extendió por todo el lugar colándose en su nariz haciéndola sonreír, aunque su infusión favorita fuese el Té, sin saber por qué realmente ella amaba el delicioso olor a café molido de este inmundo lugar.

—¡Eh, mira Paige! ¡Es ella en persona!—la voz provenía de un rincón. Levanto la vista confundida y vio el reloj sobre la máquina de café comprobando que había llegado a tiempo en su horario

—Buen día para ti también Eric—sarcástica—Sabes quiero decirte, desde ya, que hoy no estoy de humor para aguantarte, ni a ti ni a nadie—afirmo quitándose la chaqueta

—Nunca lo estas. Y, por si se te olvido, soy tu jefe—bebiendo un sorbo de su café

—No, no lo eres, eres mi encargado, tu mamá es mi jefa y ella me ama más que a ti, eso te lo aseguro—contraataco sonriendo

—Sabes que...solo ponte el delantal y échale una mano Paige con las mesas—afirmo

—Sí, jefecito—aseguro la joven en tono de burla