Melifluo

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La encargada de la cafetería los condujo hasta una mesa situada junto a una de las altas estufas de gas que daban calor al ambiente, y les trajo unas mantas ligeras en las que envolverse mientras sus chaquetas se secaban.

La mujer les entregó un par de cartas para que eligieran lo que querían tomar, y tras darles un momento de margen se dispuso a acercarse de nuevo, comandero en mano; sin embargo, una de las camareras se dirigió a ella con tanta vehemencia que estuvo a punto de arrollarla.

--Ya me ocupo yo --la chica siguió hacia delante sin esperar respuesta, mientras la encargada la observaba, sorprendida.

Ajustó el paso para remarcar el suave bamboleo de sus caderas, y se dirigió directamente a Luka, ignorando a su acompañante.

--Y bien, Luka, ¿ya has decidido qué dulce deseas para acompañar tu café? --preguntó con voz meliflua.

Marinette la contempló, boquiabierta, asombrada por la familiaridad con la que se dirigía al chico, y por el descarado coqueteo del que hacía gala. Él también parecía desconcertado, como si tratara de recordar de qué podía conocerla; hasta que cayó en la cuenta de que la chica estaba haciendo referencia a la fotografía que había subido a Instagram. Maldijo internamente su idea por enésima vez.

--Serán dos brownies con nata, por favor --se limitó a pedir, en tono cortés pero distante, posando su mano sobre la de Marinette.

--¿Para compartir con tu... hermana pequeña? --la camarera imprimió un tono condescendiente a su voz, inclinándose para hacer que resaltara su escote.

Luka frunció el ceño, molesto, apretando la mano de Marinette entre las suyas.

--Es mi novia. Y, si nos disculpas, tenemos mucho de lo que hablar.

--Oh, está bien. Entiendo --la chica se giró, haciendo ondear su larga y sedosa melena castaña.

Se alejó, contoneándose de nuevo, y emitió un resoplido frustrado al comprobar de un breve vistazo por encima de su hombro que ninguno de los ocupantes de la mesa estaba prestando atención a su despliegue de sensualidad, muy ocupados en contemplarse el uno al otro.

--Te confieso que no he querido mirar los comentarios de tu foto en redes --murmuró Marinette--. Pero Alya me ha dicho que ha tenido bastante repercusión.

--Nunca lo habría esperado; Juleka estaba entusiasmada con esa foto, y a mí me daba vergüenza mandártela, así que sugirió subirla. Normalmente, no suelen ver mis stories más de unas cuantas decenas de personas, la mayoría de ellas conocidas, así que no me pareció mala idea. Pero cuando hablamos, y desconecté el móvil, ya tenía un millar de vistas y más de doscientos mensajes; ¿lo puedes creer?

Marinette asintió, pensativa.

--¿Encendemos los teléfonos y echamos un vistazo? --propuso, mordiéndose el labio inferior.

Luka colocó el suyo sobre la mesa y lo miró con aprensión, como si temiera que fuera a estallar al tocarlo. Luego meneó la cabeza, sintiéndose un poco ridículo. Lo más probable era que lo de que la camarera lo hubiera reconocido se tratase de una simple casualidad, y que no fuera para tanto.

--Bueno, seguro que fue cosa del momento, y que ya se habrá calmado todo --afirmó, tocando el botón de encendido.

Nada más teclear el pin, el aparato pareció enloquecer, vibrando sin parar. Luka abrió Instagram, y ambos se miraron con los ojos como platos.

--¿Dos mil trescientos nuevos seguidores? ¿Qué demonios...?

--Y mira quién te ha escrito --Marinette señaló un mensaje que había estado a punto de pasarle desapercibido entre todos los demás.

Still loving youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora