Silence

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Viperion se concentró en controlar el ritmo de su respiración. Vació la mente de todo pensamiento consciente y se limitó a escuchar, a sentir. El poder latía al alcance de su mano como un corazón gigantesco: podía notar cada contracción vibrando en sus rodillas y en la boca de su estómago, la calidez de una potente energía abrazándolo.

De repente, el recuerdo de otro abrazo lo asaltó por sorpresa: el esbelto cuerpo de Ladybug apretándose contra él por un segundo, y luego entre los brazos de Chat noir cuando se despidió del chico de idéntica manera.

Solo que, si contacto en el que fue protagonista le había parecido tan efímero como un suspiro, aquel que presenció como testigo se le hizo incómodamente eterno.

"Sabes que luchas contra el destino, ¿verdad, muchacho?"

La voz de Sass resonó en su memoria, terminando de romper su concentración, que se hizo añicos como un espejo al caer al suelo. La energía se escapó entre sus dedos, fluyendo como un torrente cuando la presa se agrieta. El resplandor se deslizó sobre él revelando a un resignado Luka. Echó un vistazo al reloj: ocho minutos cuarenta.

No estaba tan mal en realidad; cuando le había hablado de sus progresos a Ladybug, esta se había mostrado encantada. De hecho, los resultados de ambos eran parecidos.
No obstante, él sabía que podía hacerlo mucho mejor: solo que le estaba costando un mundo mantener la concentración. Tenía tantas cosas en la cabeza, y tantos sentimientos en el corazón, que le resultaba muy difícil hacerlos a un lado cuando era preciso. Sin duda, no estaba en su mejor momento en cuanto a paz interior.

De repente, le estaban ocurriendo un montón de cosas estupendas. Kitty Section despuntaba, ¡hasta tenían manager y plan de acción!; Ladybug había confiado en él como portador permanente del prodigio de la serpiente, así que podría estar a su lado en las batallas; y su relación con Marinette iba realmente bien... ¡Uff! La amaba con todas sus fuerzas, y cuando compartía con ella conversaciones y silencios, mimos y besos, ilusiones y secretos, el mundo parecía detenerse bajo sus pies.

Sin embargo, no podía evadirse de la idea de que todo estaba yendo un poco demasiado rápido. Además, estaba aquella maldita sensación, aquella incomodidad llamando la atención en el fondo de su mente, asomándose en el borde de su consciencia, pero sin dejarse atrapar. Como una alarma que sonara fuera del rango de frecuencia audible para los humanos, como un picor impreciso que necesitas rascar, como la electricidad que se acumula justo antes de que estalle la tormenta. Como un mal presentimiento que se limitara a flotar, ominoso, en el ambiente, sin llegar a concretarse.

Fionna le había dado algunos buenos consejos para afinar su intuición. Y, sinceramente, funcionaban tan bien que incluso le daba un poco de miedo ponerlos en práctica. Paso a paso, se dijo.

Siempre se había preciado de ser un tipo calmado. Sabía aceptar los cambios, sabía dejarse fluir. Pero lo cierto era que nunca había tenido tanto que perder. Y debía reconocer que eso complicaba bastante lo de tomarse las cosas con su habitual filosofía.

Se levantó, se lavó la cara con agua fría, se pasó los dedos por el cabello y le sacó la lengua a su imagen en el espejo, riendo por lo bajo. Más le valía aparcar las preocupaciones por un rato y ponerse las pilas: habían quedado en el parque para la sesión de fotos de Kitty Section, y Juleka y él tendrían que salir enseguida del Libertad si querían ser puntuales.

Marinette ya estaba allí cuando llegaron. Justamente, le estaba probando a Adrien su nueva indumentaria, con la máscara de gatocornio negro que había diseñado para él. El chico mantenía los brazos en alto mientras ella le ajustaba la pieza que cubría los hombros y el pecho; estaban muy cerca, y se adivinaba cierta tensión entre los dos.

Still loving youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora