Inefable

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La enorme limusina automatizada de los Tsurugi no tardó mucho en hacer su aparición. Adrien acompañó a Kagami y sostuvo la puerta con gentileza, ganándose a cambio una sonrisa coqueta a la que correspondió de inmediato. El chico aguardó a que el vehículo desapareciera entre el tráfico de París y luego volvió sobre sus pasos, dispuesto a despedirse de sus amigos antes de que Gorila llegara a recogerlo.

Marinette solo reparó en que había estado contemplando aquella despedida sin el apropiado disimulo cuando la mano de Luka se posó en su hombro en una caricia reconfortante. Dejando escapar el aire, perdió la mirada en el fluir del agua y recostó su espalda sobre el pecho del chico, que la acogió pasando su brazo sobre ella, para continuar acariciando con su pulgar el hombro contrario.

Adrien se acercó a ellos con paso dubitativo y una expresión extraña en el semblante, aunque esta no tardó en mutar en su sonrisa habitual. Luka sintió como la espalda de Marinette se envaraba bajo su abrazo y la liberó de inmediato. Ella se incorporó ligeramente, pero mantuvo la mano sobre su pierna.

--Perdonad, yo... Solo quería despedirme. No pretendía... ¿interrumpir? --la mirada de Adrien se dirigió por un segundo a la mano de Marinette, que se crispó sobre el muslo de Luka.

--No interrumpes, tranquilo --aseguró el músico, tomando la palabra al ver que a Marinette parecía costarle hablar.

La azabache asintió, el gesto algo tenso, la mirada huidiza. Apretó los labios, reuniendo el valor para decirle a su amigo algo que resultara tan coherente como adecuado.

--Me alegra que todo haya salido bien con Kagami --dijo, por fin, con un hilo de voz--. Naranja y menta, ¡éxito asegurado! --logró imprimirle algo de entusiasmo a la frase.

--Melocotón --murmuró Adrien.

--¿Eh?

--Melocotón y menta. Son los sabores que André nos dio hoy --aclaró el rubio.

--Oh, esa combinación es realmente deliciosa; también solía prepararla para mí... --habló en tono distendido, pero se interrumpió bruscamente cuando se dio cuenta de lo que eso implicaba--. No sé por qué --se encogió de hombros, enrojeciendo, y forzó una sonrisa de circunstancias.

Adrien estudió su rostro un instante. ¿Melocotón y menta, el mismo helado que le había dado a él, y que en cierto modo lo representaba? ¿Acaso André habría preparado para Marinette esa mezcla en honor a su breve enamoramiento por Chat noir? Se sintió estúpidamente halagado por ello, y también un poco desencantado al entender que sus sentimientos debían de haberse desvanecido ya. Apartó de inmediato aquel pensamiento tan egoísta como cruel: ella estaba bien con Luka, y Chat noir no podía ofrecerle nada que valiera la pena en realidad.

--Yo también me alegro por vosotros. Porque estéis juntos, me refiero. Aunque yo ya os lo había dicho otras veces, ¿verdad? --vaciló, llevándose la mano hasta la nuca--. O quizás solo lo había pensado, pero no lo había llegado a decir.

--Gracias, Adrien --dijo Marinette, recuperando algo de aplomo, y buscando la mano de Luka para tomarla entre las suyas.

--No, gracias a ti, Marinette. Por ayudarme con esto, y por todo. Me temo que esto de los asuntos del corazón es algo bastante nuevo para mí... Al menos desde esta perspectiva. Así que aprecio realmente tu apoyo.

--Bueno, yo tampoco es que sea ninguna experta --la chica alzó una ceja. Luka rio por lo bajo.

--Por lo menos tienes claros tus sentimientos --masculló Adrien.

Un silencio espeso como la niebla sobre el río se extendió entre los tres.

--Voy a preguntar a Juleka si viene con nosotros o se queda un rato más con Rose --se excusó el músico, haciendo ademán de levantarse para permitirles hablar a solas.

--¡No! --casi gritó Marinette--. No te vayas. Es decir, luego le preguntamos.

Luka le dedicó una mirada tranquilizadora y apretó su mano, terminando de incorporarse.

--Enseguida vuelvo --dijo con voz suave.

Adrien se dejó caer al lado de la azabache, con la mirada baja.

--¿Qué ocurre? --Marinette rompió el silencio, extrañada por su actitud--. Tienes lo que deseabas.

--Sí. Exacto --asintió él--. He pasado una tarde estupenda, rodeado de amigos, junto a una chica preciosa e interesante que me corresponde --sonrió, aunque siguió sonando como si él mismo se esforzara en autoconvencerse--. Y quiero hacer que esto funcione. Lo deseo de verdad.

--Seguro que irá bien. ¡Tenéis muchas cosas en común! Y hacéis muy buena pareja. Tú... dijiste que la amabas --concluyó Marinette en un susurro.

Adrien le dedicó una mirada levemente desconcertada, apretó los labios en una fina línea y asintió despacio.

--Saldrá bien --afirmó con decisión.

Un discreto carraspeo interrumpió aquel momento extrañamente incómodo. Gorila ya esperaba para llevar al chico de regreso a la mansión.

--De nuevo, gracias por todo --repitió Adrien poniéndose en pie.

--De nada. Para eso están los amigos --respondió ella, jovial.

El rubio agitó la mano en dirección al resto del grupo. Se giró para marcharse, y ahogó un resoplido frustrado cuando comprobó de un rápido vistazo que Luka había recuperado su puesto junto a Marinette cuando él apenas había avanzado tres pasos.

--¿Estás bien? --preguntó Luka en un susurro a la azabache.

--¿Por qué te marchaste? --protestó ella, algo molesta.

--Lo siento. Pensé que necesitabais hablar.

Marinette emitió un suspiro.

--Puede que tengas razón. Soy su amiga. Ha confiado en mí para esto... Y no parece feliz.

--Eso me pareció a mí también.

--¡Pero tiene justo lo que dijo que quería!

--Efectivamente, tiene lo que dijo que deseaba. Pero supongo que hay cosas difíciles de entender; cosas que no pueden expresarse con palabras.

--¿Y con música? --preguntó ella.

--Adrien tiene que encontrar su propia canción.

Marinette asintió, pensativa, y luego sacudió la cabeza como si pretendiera alejar al rubio de su mente. Después de todo, él ya había elegido, y ella tenía otras cosas en que pensar. Elevó la mirada con decisión, con un suave rubor invadiendo su faz, y se acercó a Luka, inclinando su rostro para ofrecerle sus labios.

--Y yo soy afortunada, porque alguien ha compuesto una preciosa melodía para mí.

--Siempre será tuya. Y ya sabes que no voy a pedir nada a cambio --Luka tragó saliva, prendiendo su mirada en la tentación de su boca.

--¿Y si soy yo la que te pide una oportunidad?

--Desde luego, no seré yo quien te la niegue.

Ninguno de los dos supo cuál de ellos había terminado de recortar la distancia que los separaba, pero ambos disfrutaron de aquel beso suave y tímido que aceleró sus corazones al compás.

Continuará :)

Still loving youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora