Barco

438 54 59
                                    

Tomaron el metro juntas, y luego caminaron hasta la ensenada a paso distendido. Bradd por fin se había calmado; por su parte, Tikki parecía haberse quedado dormida, y respiraba pausadamente en el interior del bolso, mecida por su caminar.

--¿Y no puedes decirle a nadie que eres Ladybug? ¿Ni siquiera a tus amigos más cercanos, o a tu familia?

--Especialmente a ellos: saber mi identidad podría ponerlos en peligro --afirmó Marinette con seguridad.

--¿Y no te cansas de secretos? ¿De inventar excusas, de contar mentiras? --inquirió Anna, pensativa.

La azabache dejó escapar todo el aire de sus pulmones en un largo suspiro.

--Es agotador --reconoció en voz baja.

--Bueno... Tampoco creas que poder contarlo es mucho mejor --Anna se encogió de hombros--. Al final, todos te señalan como un bicho raro. Y mi don no resulta precisamente popular.

--¿De verdad? --se sorprendió Marimette--. Pero... Sabes cosas, y...

--Exacto. Y muchas de ellas son cosas que los demás no quieren oír --resopló--. ¿Cómo explicarle a una amiga que esa relación que empieza tan ilusionada tiene pinta de acabar mal? ¿Te gustaría a ti saberlo? ¿Si os querréis para siempre, si habrá traiciones, si te destrozará el corazón, o tú a él? Sé muchas cosas de alguien solo mirando sus ojos; y a veces no soy capaz de decidir si eso es un don, o una maldición.

--Creo que te entiendo. Y supongo que no; que no deseo saberlo. Solo quiero saber quién es Lepidóptero, y cómo derrotarlo. El resto prefiero descubrirlo por mí misma --bajó la cabeza.

--Bien --dijo Anna con gesto serio--. Estoy trabajando en eso, ¿sabes? En ser más hermética, y en pensar antes de hablar. No te diré nada que no esté directamente relacionado con la misión... A no ser que tú me lo preguntes. ¿De acuerdo?

--Así lo haremos --apretó su mano, y la irlandesa correspondió enseguida a su sonrisa--. ¡Ya hemos llegado! --indicó, señalando la pasarela.

--¿Tu novio vive en un barco? ¡Si es que no se puede molar más! --exclamó, entusiasmada.

Luka estaba recostado en el amplio diván que ocupaba uno de los extremos de la cubierta, acariciando las cuerdas de su guitarra acústica con aire relajado. Una leve sonrisa curvaba sus labios, y sus ojos estaban cerrados. Un brillo travieso iluminó la mirada de Marinette al percatarse, y avanzó con sigilo, buscando sorprenderlo, mientras Anna se quedaba atrás.

Contuvo la respiración cuando estaba ya muy cerca, dispuesta a robarle un beso, cuando él reaccionó de golpe, apartando la guitarra para atraparla a ella en su lugar. Con una sonrisa pícara, la hizo rodar hacia un lado, de manera que su espalda quedó apoyada en el diván, y el chico encima de ella.

Los dedos de ambas manos se entrelazaron con los suyos; y la conciencia de su cercanía, el aire que escapó de entre sus labios al reír, la calidez de su cuerpo al cubrirla, el fresco perfume que desprendía, y el contacto de sus labios en los propios --por fin--, la hicieron temblar como una hoja sacudida por la brisa, olvidarse de todo por un instante, y desear sentir su piel, su peso, su boca, con una intensidad que hasta entonces ni siquiera había osado soñar.

Sin embargo, no estaban solos; así que luchó por deshacerse del hechizo y se limitó a hacer un gesto tímido con la cabeza en dirección a Anna, que mantenía los ojos fijos en el suelo pero no podía esconder una sonrisa que dejaba traslucir un intenso fangirleo interior. Luka intercambió una mirada de disculpa con Marinette, y la ayudó a levantarse mientras murmuraba:

--¡Lo siento! No recordé que venías acompañada --se acercó a Anna con gesto amable--. Entonces, ¿eres amiga de Marinette? Yo soy Luka; encantado de conocerte.

Still loving youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora