Cadenas

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--¡Hola, Luka! --la alegría en la voz de Marinette al otro lado de la línea sonaba un poco forzada--. ¿Cómo estás? ¿Estás ocupado? ¿Es mal momento para hablar?

El chico no pudo evitar sonreír al escucharla encadenar aquellas tres preguntas sin respirar. Al parecer, no era el único en aquella relación en tener inseguridades... En fin, habría preferido tener un poco más de tiempo y calma para planificar aquella conversación, pero no quería darle largas y arriesgarse a que su novia entrara en pánico.

--Llamas en el momento perfecto. Estoy saliendo de casa de Anna; hemos comido pizza y hablado un rato --miró de reojo hacia el cercano balcón de Alya, pensando si saludar con la mano hacia donde debía de estar apostada la periodista--. No te avisé porque fue algo improvisado. Y además necesitaba aclarar algunas cosas con ella antes de hablarlo también contigo --añadió, y escuchó como ella parecía contener la respiración--. ¿Te recojo y tomamos un café? --se colocó los auriculares y subió a la bici.

--¡Oh! Vaya. Eso suena a "tenemos que hablar..." ¿Debería preocuparme? --murmuró ella.

--Desde luego, no por ninguna de las ridículas ideas que haya podido meter Alya en tu cabecita...

--Sabes que lleva vigilando la puerta desde que entraste a casa de Anna, ¿verdad?

--Lo he supuesto. Pero puedes estar tranquila en ese aspecto. En otros, ya juzgarás por ti misma cuando te cuente --dijo--. Y... En realidad, tengo que hablar con Ladybug también --añadió.

--Creo que ya sabes que eso es sencillo de resolver...

--Pero todavía no tengo muy claro cómo prefieres gestionarlo tú --le recordó él con voz suave.

Marinette dudó un instante. En realidad, ya no tenía sentido mantener el elefante en la habitación, que ambos veían pero ninguno nombraba. Además, desde que había visto al chico tan pálido e impresionado tras la sesión de fotos del día anterior, intuía que había algo importante que no iba bien.

Por eso, cuando Alya la avisó de que había visto a Luka llegar a casa de Anna, enseguida supuso que la conversación que estuvieran manteniendo tendría que ver con su don compartido. Pero eso no podía explicárselo a su mejor amiga, así que, a pesar de saber que había una explicación razonable, había acabado sintiéndose absurdamente molesta a base de meterse en el papel.

--Yo... Estoy saliendo de casa. ¿Dónde te veo?

--Aquí.

Marinette levantó la mirada y lo encontró frente a ella, bajando de la bicicleta, con los auriculares a través de los que había atendido su llamada todavía colocados. Luka le dirigió una sonrisa que no podía ocultar un rastro de ansiedad e incertidumbre. Y ella simplemente corrió hacia él para arrojarse a sus brazos.

Se fundieron en un abrazo intenso, apretado; como si no desearan soltarse jamás, cada uno repentinamente asustado por la posibilidad de perder al otro. Él enredó los dedos en el cabello de la chica, aspirando su aroma, llenando de ella todos sus sentidos. Ella se refugió en el hueco de su cuello, aferrada a la tela de su camiseta.

Decidida a buscar mayor intimidad, y sabiendo que sus padres estarían ocupados en la tienda, tiró de su mano, abrió la puerta de la vivienda y lo condujo hasta su habitación.

--Si suben mis padres te transformas en Viperion y escapas por el balcón --aleccionó en un susurro.

A pesar de la preocupación, Luka ahogó una risilla. Colarse en su cuarto de aquella manera le daba a la situación un aire furtivo que despertaba sus sentidos. Y Marinette también parecía percibirlo, pues tiró de su mano hasta que sus cuerpos chocaron y lo besó con intensidad.

Still loving youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora