Capítulo 13

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(Re-subido)

Capítulo 13.

Estaba perdida.

Porque literalmente en los pasillos de la escuela lo último que me dijeron el viernes a la hora de la salida todos y cada uno de los estudiantes que salían por la puesta principal y que me encontraban de camino fue un: "Nos vemos el sábado".

Estaba temblando cuando llegamos a la sala de mi casa y mis temblores no disminuyeron cuando empecé a entrar en paranoia notando todos y cada uno de los objetos que podrían ser rotos la próxima noche y que sin duda mis padres me reclamarían el domingo que llegaran de la conferencia que tenía.

Jungkook había tomado mi mano y cuando al final de mi ataque lo único que hice fue pararme como resorte del sillón y tomar las lámparas y cristalería que iba encontrando de manera rápida él se ofreció a ayudarme siendo muy consciente de que, dadas las cosas, estábamos intentando controlar todos los daños.

Dos horas después de haber llegado a casa y de que tuviera a Jungkook metiendo de manera desordenada más objetos de los que pensé que cabrían en el despacho de mis padres, me volvía a encontrar sudando en frio porque mis padres llegaban muy contentos de solo trabajar medio día, ya que su vuelo saldaría en la noche.

Esta vez mi sudor en frio se dio por la cantidad de preguntas que se iban formando en sus miradas y que se iban contestando en la mayoría cuando notaron que la casa parecía saqueada con la falta de bastantes cosas que obviamente acaban de ser movidas.

Una hora después el timbre volvió a sonar y quien entro fue Namjoon con dos botellas de licor que dejo en la mesa del living mientras le decía a mi madre que necesitaba que checaran unos documentos juntos antes de perderla por todo el fin de semana.

Así que terminamos cinco personas en el comedor discutiendo sobre los últimos arreglos que podíamos hacerle a la casa, anotando los números de emergencia y sacando a solución todas las fiestas a la que habían asistido mis padres cuando eran jóvenes.

A la cinco en punto los hermanos se fueron, prometiendo llegar temprano mañana para ayudarme en mi último ataque de histeria y prolongando las despedidas de manera cursi.

De esa manera fue en la que mi tarde del viernes se pasó casi por completo.

Casi.

Cualquiera pensaría que el número seis es un número pequeño.

Pero primero tenemos que saber a qué nos referimos, es por eso que cuando mi madre termina de decirme la palabra seis, seguida de las palabras, botellas de tequila.

Siento que es demasiado.

Siento que el numero deja de ser pequeño para transformarse casi de inmediato a la cifra de casi cinco litros de licor, seis si contamos las botellas que aún permanecían en la entrada de la casa.

Y luego recuerdo que invite a Carter y los chicos, chicos que en sus mejores momentos y de completo descontrol pueden tomar una sola botella completamente solos, y luego pienso que solo seis botellas de tequila no alcanzaran para la fiesta.

La mirada sorprendida que me da mi padre cuando le digo que es probable que necesite más alcohol me hace ruborizarme por varios minutos en lo que el asiente con la cabeza y me pregunta si añadiendo cuatro botellas de vodka al carrito de las compras son suficientes, a lo que contesto que si no queremos que se terminen bebiendo el escoces que tanto guarda para una ocasión especial este sábado en la noche, será mejor subir la apuesta por las bebidas alcohólicas.

En la fiesta que tuve hace unos meses en España por mi cumpleaños número 18 me dejaron tomar alcohol, en otras fiestas en las que he estado también consumí alcohol, pero por increíble que parezca, yo no soy de tomar TANTO alcohol.

Solo una noche Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora