Capítulo XXII

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Las cosas podían cambiar en un abrir y cerrar de ojos, Dan sabía que la vida siempre aguardaba esos momentos donde el tablero  se mueve haciendo que las piezas salgan de su lugar, ya le había pasado una vez y de nuevo la historia se repetía.
Nadie le podía decir que terminaría su jornada con la angustia y el dolor clavados en su interior, hace unas cuantas horas atrás la sonrisa no abandonaba su rostro pero en ese momento todo su ser era inexpresivo.

No sabía bien como había llegado hasta la casa de Sara, ni siquiera sabía que hacía él ahí, pero pensaba que muchas veces el alma te lleva a los lugares donde encuentra calma.
En esos cuatros años aprendió a reprimir sus emociones ya ni siquiera lloraba y ocultaba bien su sentir. Pero ahí frente a ella, él se sentía incapaz de mirar sus ojos, para él todo en ella representaba pureza e inocencia y él creía que estaba tan dañado y una persona llena de heridas solo hiere a los demás.

Sabía que Sara tenía interrogantes pero él no pensaba contarle nada, no lo haría ella ya tenía bastante con sus propias cargas y él no quería representar una más para ella.
Aún en contra de su voluntad deshizo el abrazo, estaba cómodo en los brazos de Sara, se sentía en cierta forma protegido lo cual le parecía algo irónico ya que ella frente a él era muy pequeña, pero existía algo en su mirada y sus brazos que le transmitían parte de la fortaleza que ella tenía.

-Dan...- Sara lo llamo pero él permanecía con la mirada puesta en la nada - ¿Estás bien?-  no hizo más que mover la cabeza sin pronunciar palabra alguna.

Permanecieron en silencio unos minutos, Sara quería saber más pero no lo presionaría para que hablará, había aprendido que las personas tienen su propio tiempo para las cosas, y que cada uno actuaba de forma diferente a lo que ella haría frente a determinadas situaciones.

-¿Quieres hablar de lo que pasó?- trato de que sus palabras salieran desde lo más profundo de su interior, realmente estaba preocupada por él, pero Dan solo negó con la cabeza aún con la mirada perdida

- ¿Recuerdas que te dije que creo en los amigos?- su voz al igual que todo en él en ese momento sonaba ausente y Sara no pudo distinguir ningún tipo de emociones en ella.

- Si...- susurro, acercándose no sabía a donde se dirigía con eso pero quería que él supiera que no estaba solo en ese momento.

- Por eso vine aquí - la mirada de Dan se posó en ella, el corazón de Sara se estremeció al notar esa mirada café que dejaba ver el palpable dolor que tenía.

- Dan, yo puedo ver en tu mirada el pesar y el dolor por el que estás pasando ahora...- Sara coloco una mano sobre el hombro de Dan, intentando que el pudiera sentír su apoyo - También sé que no quieres hablar, pero debes sacar lo que llevas dentro, callando no vas a resolver nada, solo lograrás seguir aumentando tu dolor...- Dan se tenso.

- Debo irme- dijo colocándose de pie e intentado llegar a la puerta.

- Dan no puedes irte de ese modo, no estás en condiciones- Sara se colocó entre la puerta y él, sabía que Dan no estaba actuando a conciencia ya que él era muy impulsivo

- Solo vine porque de cierta forma tú y tu casa me transmiten algo de paz y lo necesitaba- él trato de moverse pero cuando sus ojos hicieron contacto con los de Sara, Dan supo que no quería marcharse de ahí.

- ¡Por Dios Dan mírate! Estás completamente empapado y tu ropa está húmeda a fuera prácticamente hay una tormenta de nieve lo siento pero no te irás así- él nunca la había escuchado con ese tono de voz, pero Sara estaba nerviosa y le angustiaba ver a su amigo así, ella sabía que en él fondo Dan estaba huyendo, no sabía bien de qué pero ella quería ayudarlo - Espera aquí iré por un café- ofreció

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora