Capítulo XXXII

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Esa mañana había despertado más tempranos de lo acostumbrado. Luego de su rutina matutina bajo las escaleras y tomó una taza de café antes de dirigirse al patio trasero de su casa.
Levantó la mirada y se encontró con la salida del sol, la brisa aún seguía siendo fresca pero ya no era de esas que te congelaban la piel, está era una brisa que acariciaba su rostro y removía su cabello, Sara amaba la sensación de libertad que la brisa en su rostro le otorgaba.
Observaba como el sol se abría paso tímidamente en el firmamento, tocando con sus rayos y su luz la copa de los árboles alrededor, filtrándose por en medio de las hojas los débiles rayitos de luz hasta llegar a la tierra, la luz del sol venia a alumbrarlo todo.

Mientras observaba el hermoso paisaje que le regalaba la naturaleza, la calma a su alrededor la embargaba, no estaban las voces de sus hermanos, no escuchaba que alguien la llamaba constantemente solo estaba ella disfrutando de ese momento de quietud.
Sara en ocasiones necesitaba de ese momento a solas con ella misma para poder pensar en todo lo que había ocurrido en estos meses. Era temprano así que aunque podía ir hasta el lago decidió mejor observar ese paisaje desde su patio trasero.

Pensaba en Dan, en el cambio que observó en el chico y en cómo le gustaba lo caballero, atento y dulce que era con ella.
Él le había tenido la confianza suficiente para abrirle su corazón y contarle aquellas cosas que guardaba en su interior, ella se sentía privilegiada y cada parte de la historia la conmovió, lo comprendió a la perfección después de todo ella sabía lo que representaba el dolor de perder a las personas que amas, pero ambos reaccionaron diferentes ante el dolor, quizás porque las circunstancias no eran las mismas y aunque no hay punto de comparación, ella entendía hasta cierto punto la reacción de Dan, no lo juzgaría no tenía derecho a hacerlo.

Le gustaba Dan, en estos meses había aprendido a quererlo, pero aún existía una parte en su interior que se preguntaba a diario ¿Estaré haciendo lo correcto?, ¿Será Dan el indicado?... No lo sabía y solo esperaba que si, oraba a Dios cada día para que le demostrará si era lo correcto, pero con el pasar de los días ella entendía que eso solo lo sabría si continuaba arriesgándose, y buscaba el consejo de quienes podían guiarla, quería que las cosas con Dan funcionarán pero eso también sería que él entendiera que ella no dejaría a sus hermanos, cuidaría de ellos hasta que pudieran valerse por sí solos, los gemelos y Andy llegarían en pocos años a esa edad y sabía que eran chicos listos que podían subsistir. Su preocupación eran los más pequeños, sus hermanos eran su responsabilidad y no podía pretender que Dan se sintiera presionado a tomar esa responsabilidad.

Pero no podía adelantarse a nada, su amistad iba creciendo ni siquiera eran novios aún, pero entendía que sus sentimientos eran los mismos.
Dejó escapar un suspiro y pensó que hablaría con Dan llegado el momento, pero por ahora agradecía a Dios por haber puesto a un chico como él en su camino, que le enseñó una vez más que con Dios se puede resurgir aún del mismo polvo.
Ella disfrutaría del tiempo con Dan, solo Dios diría que pasaría después.

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Cómo cada mañana al despertar, Dan lo hacía con el rostro de Sara implantada en su mente.
Desde el sábado por la noche cuando le contó su historia, él había experimentado otro cambio en su interior, decidió contarle a sus tíos la historia también y se sorprendió al darse cuenta que no lloro, la que lo hizo fue su tía pero agradeció que ambos lo escucharán.
Él sentía que todo en su ser estaba cambiando, entendió mejor que nunca aquella frase “para olvidar se debe recordar”, él no pretendía olvidar a sus hermanos pero entendía que ellos ya no estaban y que no volverían, Sara tenía razón todavía le quedaban sus padres y hermana, era tiempo de luchar por ellos.

Ese día decidió tomar el bus para llegar hasta la casa donde vivió una vez, su tío se ofreció a llevarlo pero Dan prefiero ir él solo, sabía que era algo que debía enfrentarlo y se sentía listo para hacerlo.
Camino por el parque luego de bajar del bus, recordó las veces que huía a ese lugar para escapar de casa, aquella vez que vio a Sara y jugó con Tommy, pensó en las veces que salía temprano de casa para esperar a sus amigos ahí. Pero esta vez no podía huir, así que se dirigió a paso firme hasta su casa.

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora