Capítulo XXV

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Llevaba más de una semana viviendo con su tío, al principio se sentía algo incómodo y fuera de lugar, todo en esa casa era tan diferente a la suya. Amplia con un bonito jardín y patio trasero, sus paredes eran de un color claro, adornadas de muchas fotografías lo que contrarrestaba las paredes desnudas de su casa, una sala y un comedor.
Sencillo y agradable con una atmósfera de tranquilidad que lo ayudaba mucho a poder calmar su interior.

Conoció a su tía Amanda, ella era agradable y amorosa, tenía los ojos azules bonitos con una mirada de ternura y compresión, llevaba su cabello a la altura de los hombros del mismo color que el de su tío, lucía con orgullo las canas que el paso del tiempo habían pintado en su cabellera, sus primos ya estaban todos crecido y con familias, el menor de ellos estaba a punto de salir de la universidad pero ya no vivía con sus padres.
Dan usaba la habitación de huéspedes de la casa, está era más pequeña que la suya pero no le importaba, era acogedora y le gustaba observar por las mañanas como el sol entraba a ese lugar inundandolo todo.

No había vuelto a encender su móvil, y solo sabía de sus amigos por lo que le contaba su tío al volver de sus clases.
La universidad paso a un segundo plano, su tío lo había visto tan afectado y aún muy a su pesar le aconsejo dejar este semestre por su salud mental, así se tomaba ese tiempo para calmar su interior. Dan lo acepto y aunque al principio se resistió, la ayuda que le daban sus tíos le estaba haciendo mucho bien.
Cada domingo Wilson y Amanda lo invitaban a la iglesia, pero él declinaba la invitación ellos no lo presionaría sabían que Dios trabajaba a su tiempo, solo oraban por su sobrino seguros de que Dios haría algo con él.

- Buenos días cariño- su tía se acercó a Dan cuando lo vio ingresar a la cocina y plantó un beso en su mejilla.

- Buenos días Amanda - él sonrió cuando la observó haciendo puntillas para darle ese beso, aún no la llamaba tía pero a ella no parecía importarle.

- ¿Cómo has amanecido? ¡El frío está mermado, dentro de poco llegará la primavera!- dejo un plato sobre la mesa y se dispuso a servir el desayuno invitándolo a tomar asiento.

- Bien, bien gracias- dijo tomando asiento. - ¿Y Wilson?- cuestionó, no viéndolo ahí con ellos.

- ¡No lo llames por su apellido!...- tomó asiento frente a él - ¡Dile Patrick o tío como prefieras, pero no lo llames Wilson, me recuerda a mi suegro!- Dan sonrió al notar la mueca de desagrado en el rostro de su tía. - Está cargando combustible, hoy irás con nosotros a hacer las compras, ya has estado mucho tiempo encerrado en esta casa- luego de eso Dan asintió y observó callado como su tía pronunciaba una oración para luego comer de su desayuno.

Desde que se había mudado con ellos los había visto hacer esas cosas, ellos lo llamaba orar y aunque él no lo entendía aguardaba en silencio cada vez que lo hacían, había escuchado que lo nombraban en ocasiones en medio de sus oraciones y él aunque permanecía incrédulo todavía, sentía algo en su interior, algo parecido a la paz que anhelaba y que encontraba en la casa de Sara, pensar en ella solo lo llevaba a extrañarla más, se sentía mal consigo mismo por haber desaparecido como lo hizo, pero Dan no sabía cómo explicar lo que llevaba dentro y aún se negaba a hablar.

La extrañaba, quería verla nuevamente, pero no sabía cómo hacerlo sin acercarse, quizás ella estaba decepcionada de él pensaba a menudo, en más de una ocasión quiso preguntarle a su tío por ella pero no lo hizo, no quería que nadie sospechará que se encontraba interesado y cuánto la añoraba.

Aparcó el auto de su tío en el estacionamiento del gran supermercado frente a ellos, ese día su tío no quería manejar y fué de copiloto, guiandolo por las calles mientras su tía iba en el asiento trasero, comentándole que hoy probaría una nueva receta para la cena.
Dan disfrutaba de su compañía y aunque no era muy expresivo y sonreía poco, trataba de dejar de lado sus guerras mentales y se disponía a disfrutar de esos momentos.
¿Así se sentía tener una familia? Él había tenido una hace mucho y ya no recordaba como se sentía, pero risas, charlas, apoyo y compañía era lo que él había visto en casa de Sara y en la casa de Tim.

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora