Capítulo XII

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El domingo siempre transcurría más monótono que los demás días, Tim no compartía con ellos ese día ya que lo usaba para  estar en familia, sus padres estaban libre e iban a la iglesia, él los había invitado pero ellos declinaron la oferta.
Dan nunca había asistido a una iglesia en su vida y no recordaba que sus padres lo hayan hecho.

Así que ahí se encontraba en su casa, despues de haber compartido toda la mañana con Max.  Acompañado de la soledad, no era día laborable pero su padre no estaba en casa, no sabía dónde se podían encontrar y realmente no le importaba sabía que llegarían muy tarde como todos los fines de semana,  completamente inconciente a causa del alcohol, terminaría durmiendo en la sala, y su madre no saldría de su habitación sino hasta el lunes para ir a trabajar.
No existía la comunicación entre ellos, no hablaban el uno con el otro, Dan solo tenía memorias de sus padres juntos las cuales estaban empezando a borrarse con el correr de los años, desde que aquella tragedia sucedió nada volvió a ser igual.

Tumbado en la cama de su habitación con la vista clavada en el techo, su mente nuevamente empezaba a divagar tomando el camino hacia los pensamientos que él ya conocía, era ahí, la noche, el momento del día cuando se encontraba solo y no había nada ni nadie a su alrededor que lo ayudará a huir de ellos, el momento en que se encontraba más vulnerable, el momento que cada día temía llegará. No sabía cómo enfrentarlos, no sabía a qué recurrir, millones de ideas macabras surcaban su mente ya no sabía cómo hacerle frente pero no está dispuesto a ceder.

Se puso de pie, tomó su abrigo y las llaves, camino escaleras a bajo con la idea fija de huir de ahí. Al abrir la puerta una brisa congelada choco con su rostro, alzó aún más la cremallera de su abrigo y coloco las manos en los bolsillos dispuesto a emprender su camino hacia el parque.
Sus pasos lentos eran adornados por la nieve y la brisa, sentía el frío al saber que debajo de su abrigo solo llevaba una camiseta liviana, pero no le importaba el frío solo podía dañarle el cuerpo, el alma ya la tenía dañada pensaba. Las calles solitarias y el sonido de la brisa eran su compañía, llegó a la esquina de la cuadra donde finalizaba la calle de su casa y se dispuso a cruzarla para llegar a la otra vereda y continuar unos metros hasta llegar al parque, pero en cuanto lo hizo observó la silueta de una persona tirada en medio de la calle, su curiosidad lo llevo a acelerar el paso y sus ojos se abrieron por la sorpresa.

-¿Rick?- llamo dando un golpe en su brazo - ¿Rick?- volvió a llamarlo.

-¿Por qué ya no me llamas papá?- se quejó balbuceando las palabras.

- Estás ebrio - Dan apartó su rostro y dejó cierta distancia entre ellos, el olor a alcohol que emanaba su padre era intenso. - Te llevaré a casa - tomó uno de los brazos e intento levantarlo.

- Déjame aquí...- soltó su brazo del agarre de Dan de forma brusca- La nieve es menos fría que ese lugar - Dan lo ignoró y volvió a tomar su brazo está vez haciendo mayor fuerza en su agarre.

Su padre era un hombre alto y aunque no se encontraba exedido de peso continuaba siendo más fuerte que Dan, no recordaba cuántas veces lo había encontrado de esa manera y lo había cargado llevándolo a su casa, sabía que en la mañana cuando despertará no recordaría nada, pero eran esos pequeños momentos, donde el alcohol era dueño de su sistema en los cuales su padre le dirigía la palabra.
Ambos eran como dos gotas de agua, siendo Dan el primogénito su parecido era innegable, el alcohol, la angustia y el dolor de la vida habían demacrado a su padre hace exactamente cuatro años desde la última vez que lo había llamado papá.

Dejó a su padre en el sofá de la sala, este cayó dormido al hacer contacto con el mismo, Dan lo observó y giró sobre sus pies para marcharse de ese lugar pero algo lo detuvo. Volvió a su padre y le quitó los zapatos mientras lo cubría con una manta. Al fin de cuántas se trataba de su padre, no podía dejarlo así como si no le importará.
Salió de su casa y está vez se dirigió hacia el parque acelerando el paso, camino observando cómo la nieve continuaba cayendo tapando todos los caminos de un blanco triste, al llegar limpio un poco la banca donde en la tarde del sábado se encontraba con sus amigos.

Observó el lugar nuevamente, no había nadie a excepción de él, la soledad  se hacía presente a su alrededor, pero el sonido de la brisa lograba acallar los susurros que los recuerdos intentando salir a la superficie le provocaban, coloco las manos en los bolsillos de su abrigo y evocó la tarde del sábado con sus amigos y Tommy, las casualidades de la vida pensó.
Definitivamente el mundo era algo más pequeño que un pañuelo.

Después de más de dos horas en ese lugar, sentado, ausente de todo lo que pudiera pasar a su alrededor decidió volverse a casa sus piernas se negaban a obedecer sus demandas, no quería hacerlo a pesar del frío y la nieve el prefería eso que su casa. Emprendió el rumbo lento y sin ganas, al llegar todo se encontraba tal cual lo había dejado antes de marcharse, observó a su padre y este dormía, subió las escaleras y se dirigió a su habitación, al pasar por la puerta de la habitación de su madre se detuvo allí cada célula de su cuerpo le decía que tocará la puerta e ingresará extrañaba a su madre, hablar con ella, escucharla reír, extrañaba su sonrisa pero desistió de la idea, sería en vano, con tantas pastillas en su sistema de seguro se encontraba más dormida que su padre.
Sin más se acomodó en su cama y se colocó los auriculares con la música a todo volumen tratando de esa forma intentar huir de sus pensamientos, no dormiría pero no había problema con ello su cuerpo ya se había acostumbrado.

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Dan era siempre el primero en llegar a la universidad, y esperaba a sus amigos en la entrada, salía temprano de su casa y deambulaba por el parque a la espera de entrar a la universidad.  Lo hacía con el simple propósito de no estar en su casa, él no lo aparentaba y nadie imaginaba lo que vivía dentro de esas paredes, sus amigos no conocían su historia y él prefería que eso continuará así. Las noches que dormía ahí realmente eran un mártir y siempre donde veía una oportunidad para huir la tomaba.

-¡Dan!- escucho la voz de Max quien lo llamaba a los gritos, busco a su alrededor y no lo vio - ¡Dan aquí!- escucho el sonido del claxon de un auto y se acercó con una sonrisa curiosa hacia un auto negro frente a él.

-¡Vaya!- dijo observando el auto.

-¿Te gusta?- pregunto Max saliendo de prisa del auto y acomodándose al lado de Dan.

- ¡Es lindo!- asintió

-¿¡Lindo!?... ¡Hermoso! Diría yo - Max miraba el auto como si fuera lo más preciado del mundo.

- Siempre exagerando Max - Tim cerró la puerta del copiloto y saludo a Dan con un movimiento de cabeza.

- Al menos ya no tomaran el bus - dijo Dan sonriéndole a Tim y ambos miraban a Max

- Es verdad - los tres se dieron vuelta y Max tocó unos botones para encender la alarma del auto - Me lo regalaron mis hermanos y mi padre es como un regalo adelantado de cumpleaños - Max se encogió de hombros restándole importancia.

Los tres emprendieron el camino a su clase, Dan sabía que en cierta forma existía una atmósfera de ansiedad y nervios entre ellos sobretodo en Tim al recordarles que hoy se encontrarían con Sandy y Mel para iniciar el informe.
Sabía que su amigo estaba ansioso y aunque quería gastarle alguna que otra broma se conformaba con reír con las que Max le hacía.
Después de todo el también sentía ansiedad de saber que hoy iniciaría una nueva rutina despues de las clases y el entrenamiento, ir a la casa de Sara por dos semanas para realizar el informe, le resultaba algo agradable y le hacía sentir aún mayor curiosidad, pensaba que todo lo que envolvía a esa chica era curioso para él y en cierta forma él quería conocerla aún más.

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora