Capítulo XXXIV

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Dos años después.

El tiempo no es algo a lo que le puedas poner obstáculos para tratar de detenerlo.
El tiempo es aquello que transcurre muchas veces con total rapidez, otras veces con lentitud, pero de una u otra forma es algo que se debe disfrutar.
Atesorar cada momento y segundo vivido en lo más profundo del corazón. Algunos de ellos se pueden guardar en fotografías otras solamente pueden guardarse en la memoria.

Poco y nada quedaba ya del viejo Dan, habían pasado dos años en los que había sido totalmente transformado su ser.
Se sentía la persona más dichosa que pudiera existir en la tierra, su familia había vuelto a ser una familia, su hermana terminó con su novio y  volvió a casa, se encontraba estudiando su segundo año en la universidad.
Sus padres volvieron a ser un matrimonio y por esos milagros que Dios regala un año después de que todo eso pasará su mamá quedó embarazada y a sus cuarenta años trajo al mundo mellizos, toda la familia estaba feliz Jésica y Joseph eran sus pequeños hermanos menores.

Dan llevaba estudiando su tercer año en la universidad junto a sus amigos, los tres formaban parte del equipo de fútbol de la universidad, él continuaba trabajando en la ferretería y se había mudado a un pequeño departamento cerca de la casa de Sara. Llevan dos años de relación, y él no podía estar más enamorado de la castaña, su relación fue creciendo con el pasar de los años, haciéndose más fuerte y madura. Ella continuaba trabajando, la habían promovido por lo tanto ahora ganaba un poco más de dinero.

Los gemelos terminaron aceptandolo  aunque eso le llevo a Dan un año y medio, ambos chicos se encontraban estudiando en la universidad con una beca deportiva, la cual le permitió junto a un trabajo de medio tiempo el poder costearse un departamento donde vivir, Andy los acompañó y ya que era su primer año en la universidad sus hermanos la llevaron a vivir con ellos, los tres ya no vivían con Sara, sin embargo ella seguía al pendiente de ellos, que no vivían más que a seis manzanas de ella.
Con Sara aun quedaban los más pequeños, Tommy había crecido pero continuaba siendo el mismo niño tierno y feliz, Kim ya iba al jardín de infantes por la mañana lo cual le ayudaba a Sara, la pequeña era la viva imagen de Sara y cada vez que Dan la miraba no podía evitar ver una versión pequeña de Sara en ella.

Dan estaba en su departamento junto a sus amigos, mientras planeaba cómo llevar su relación junto a Sara al otro nivel.
Le pediría compromiso, muchos pensarian que era algo precipitado, pero Dan no tenía la menor duda, estaba enamorado de la castaña esa era una convicción en su interior, había buscado la confirmación de Dios a través de sus pastores sabía que tenía el aval de ellos porque más allá de todo Dan buscaba hacer las cosas como Dios manda y el hecho de sentirse seguro de que los sentimientos de ella eran los mismos, solo le confirmaba que lo haría.

-¿Estás seguro de esto Dan?- cuestionó Max, observando a su amigo.

- Jamás he estado más seguro de algo en mi vida...- respondio el castaño mientras miraba el anillo aún puesto en la caja aterciopelada en forma de rosa

-¿No crees que es algo precipitado?... - Dan lo miro arqueando una ceja...- Es decir son la mejor pareja de novios que hemos visto, pero aún son jóvenes quizás deberias esperar...- se adelantó a explicar

- Si por mí fuera le hubiera pedido compromiso el día en que le pedí que fuéramos novios... Eso sería precipitado, pero llevo dos años con ella no tengo duda de que es la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida....- Max persivio la convicción en las palabras de su amigo, así que desistió de insistir y sonrió antes de hablar.

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora