XXIV

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Se podía imaginar a un millón de personas llamando a su puerta esa mañana, pero Dan estaba seguro que ninguna de ellas sería su propio profesor.

-¿Profesor Wilson?- él lo observaba extrañado de su presencia ahí

- Señor Markel...- el hombre le sonrió al muchacho- Gracias a Dios es usted, ya pensaba que me había equivocado-
Observó al chico frente a él, vestía su pijama y su barba se veía crecida, su cabello desordenado y bajo sus ojos un par de sombras oscuras notablemente marcadas. Desde la distancia en la que estaba podía sentir el edor a alcohol que emanaba del chico.

Eso logro remover algo en su interior, Patrick Wilson era un hombre entrado en los cuarenta y cinco años, alto y delgado, su cabellera estaba adornada por el color blanco, su rostro marcado por el paso de los años, su mirada era cansada pero sus ojos pardos tenían un brillo que ni el paso del tiempo ni lo duro que lo había tratado la vida lograron borrar.
Sentía una gran carga por los jóvenes mayor aún cuando éstos eran sus alumnos, sus hijos ya estaban crecidos y su esposa lo acompañaba en la carga que sentía, trabajando juntos por los jóvenes en ayuda al grupo juvenil de la iglesia donde asistían. Allí conoció a Sara y a muchos de sus alumnos, siempre estaba dispuesto a ayudarlos y apoyarlos, pero sabía que no todos se dejaban ayudar, existía un límite para todas las cosas y Wilson lo respetaba.

Pero está situación era difefente, el chico frente a él no solo era su alumno, se trataba de su sobrino y algo muy en su interior lo movió a buscarlo esa mañana.
Y en cuanto lo vio comprendió que no se había equivocado en su intuición, verlo en ese estado solo le confirmo que las cosas no estaban bien.

- Y bien señor Markel ¿Me invitará a pasar?- Dan pareció entender la situación y apenado miro a su profesor antes de hablar

- Oh, lo siento pase por favor- él estaba tratando de sonar amable pero aún se sentía sorprendido por la situación.

- Gracias- Wilson ingreso y escucho la puerta ser cerrada por Dan, observo a su alrededor todo estaba tranquilo y oscuro, las ventanas y puertas cerradas, las paredes desnudas dejaban en evidencia la atmósfera de tristeza.
Dan lo guió a la sala, invitándolo a tomar asiento mientras él hacía lo mismo.

- Profesor ¿Que hace aquí?-  siempre se había caracterizado por ir al grano en las conversaciones, más aún cuando no conocía a la persona.

- No lo he visto en la universidad desde el martes - explicó, Dan lo observó confundido - Sus amigos no saben nada de usted y algunos profesores estuvieron preguntando-

- Solo han sido dos días - penso Dan en voz alta.

- Demostró ser un alumno muy aplicado, y su ausencia sin aviso despertó la preocupación en los profesores...- para Dan seguía pareciendo una exageración que él profesor estuviera allí, sabía que habían algunos alumnos que se ausentaban más tiempo...- Los profesores aprendemos a conocer a nuestros alumnos, los observamos y conocemos mucho más de ustedes, así que a todos nos dió curiosidad saber el porqué de su repentina ausencia- Dan no terminaba de creerse esas palabras, pero el profesor estaba siendo sincero llevaba años en eso y la experiencia le había enseñado a conocer a los jóvenes - Creo que ya lo escuchaste, pero vuelvo a repetirlo si necesitas ayuda puedes contar conmigo y con otros profesores podemos ayudarte, no queremos que dejes tus estudios-

- Le agradezco profesor, haberse tomado el tiempo de llegar hasta aquí, pero estoy bien solo me encontraba indispuesto estos días, ya volveria - él sabía que sus palabras eran mentira, pero la presencia de una persona a la cual solo lo unia el hecho de que era su profesor lo incomodaba.

- He buscado una mejor manera para presentarme pero creo que no habrá otra mejor que está...- Dan se sentía aún más confundido, la voz del hombre había tomado un tono más serio y él sentía la incomodidad en su ser al ser observado por esos ojos pardos tan penetrantes - No solo soy tu profesor Daniel, soy tu tío-

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora