Tracy Roth es una estudiante destacada que termino ganando un pasaje de trabajo directo a Enterprises Crowell, una empresa en la que se destaca por solo tener trabajadores hombres.
¿Por qué?
Digamos que es una orden rígida y dictada por el magnate...
Una vez que el ya estaba completamente recuperado, los dos buscamos ayuda, asistimos a terapias juntos y estuve a su lado apoyándolo como se lo prometí.
Como una amiga.
Una amiga que estaba absoluta y completamente enamorada de él.
Los medios siguieron hablando y hubo rumores por los que Dominic pudo estar internado, sin embargo el padre de mi ahora amigo, se encargó de taparlo.
Pocas personas sabían sobre lo que pasó, además de nosotros, solo Hugo, quien vino a visitarlo en algunas ocasiones y con el que hablé y le dije que lo que Dominic ahora necesitaba es sentirse acompañado.
—¿Qué es esto?
—Encontré el error. —Pronuncio, Dominic observa las hojas que le acabo de entregar. —En el año 2019, al parecer se sumaron mal los dígitos. Ya tengo cuadrado todo.. así que.. Trago con fuerza.
—Ese era mi trabajo.
—No voy a despedirte, Tracy.
¿De qué sirve hacerlo?
De todas formas todos los días nos vemos, en su departamento.
Aunque ahora solo seamos amigos y no hubiera ningún roce entre nosotros porque asi se lo pedí y porque Dominic es un caballero, aunque en varias ocaciones quisiéramos dar un paso más.
—Le diré a Hugo que te mande otras tareas.
Asiento con la cabeza.
Me paso a retirar.
—¿Quieres que vayamos a cenar hoy, Tracy?
Trago saliva.
—Por favor. —Me suplica. —Si ahora no podemos tocarnos, al menos acepta salir esta noche conmigo.
El espera ansioso mi respuesta.
—A las 8, Dominic.
Una sonrisa débil se eleva por sus labios. —A las 8 será, Señorita Roth.
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No sé porque le puse un “Stop" a lo nuestro si después iba a ir aceptando estas salidas . Fuimos a cenar, si y eso no fue lo peor.
—Aún te quiero. —Pronuncia Dominic mientras esperamos que el mozo nos traiga nuestra cena . —No, no es solo eso..
—Dominic.
—Te amo, Tracy.
Mi corazón se acelera.
El sonríe. —Tenias que saberlo aún si nosotros...
—¿Para qué, Dominic? Quedamos…
—En que debía sanar primero, en que no habrían roces entre nosotros, lo que significaba nada de besos. —Eso último lo dice mirando mis labios y nuevamente mis ojos. —En que no podría hacerte el amor.
Mi corazón palpita fuerza, arruga las manos sobre mi falda, debajo de la mesa.
—Pero en nuestro acuerdo, no decía nada de confesarte mis sentimientos.
El tiene razón, tiene mucha razón.
Suspira. —Así que si siento la necesidad de decirte que te amo, lo haré.
—Dominic.
—Y te amo, Tracy Roth. Yo te amo.
¿Cómo puedo alejarme de él de esta forma?
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Llegamos a su departamento y ni bien pongo un pie dentro, el me acorrala y estampa sus labios contra los míos.
Aunque ha ido superando esto, Dominic tiene que luchar con algo más fuerte que la fobia que ya se encuentra dejándolo atrás, sino con su depresión y el problema.
El problema de no querer hablar de su madre, de no aceptarlo y avanzar.
Se que es difícil, pero le he demostrado que estoy aquí, que seguiré aquí mientras el me lo permita.
Dominic rompe el beso. —Dejame hacerte el amor, Tracy.
Mi cuerpo reacciona ante su petición, mi mirada se queda viendo sus labios hinchados por nuestros intercambios de besos y por mi mismo labial que use esta noche y que he terminado manchando en una esquina donde justamente se esbozan sus sonrisas.
Dominic junta su frente a la mía.
—Necesito estar dentro de ti ahora.
Yo lo necesito dentro de mi.
Lo quiero dentro de mi.
Con urgencia.
Con mucha urgencia.
—Tracy, mi amor.
No puedo con las súplicas del hombre que amo.
Mis ojos se cierran y las lágrimas bañan mis mejillas, adolorida y guiándome por el corazón, asiento con la cabeza.
Dominic me besa, me levanta y me lleva a la habitación con el.
