29

34.9K 2.8K 311
                                    

Dominic:

Ella me ha dejado besarla otra vez.

Me ha dejado tocarla y llevarla a la cama conmigo, desnudar su hermoso cuerpo y probar cada centímetro de el.

Ahora mismo tengo a Tracy Roth debajo de mi, con las piernas abiertas solo para mi, su mirada en todo momento en mi rostro y sus labios sellados, los cuales se abren solo para emitir algún ruido que emociona mi ya erección o para besarme.

Llegamos a un acuerdo, el de yo sanar y después continuar, no sabía con exactitud si ese continuar significaba que nos disculpábamos y seguíamos juntos hacia un futuro o si cada uno miraría su futuro en diferentes direcciones, no obstante, yo sabía que si Tracy seguía a mi lado era para evitar que no cometiera el mismo error dos veces.

Si, fue un error, una reacción que tome de mano propia y  en la que no pensé en nada más que en mi, fue mi manera de olvidar la verdad que me había enterado creyendo que ya no dolería sino estuviera ahí para recordarmelo cada maldito segundo que me miraba en un espejo.

Pero no pensé en ella, ni en mis padres. Ni en mi mejor amigo quien me dio un horrible sermón cuando Tracy nos dejó solos y quien se derrumbó llorando por mi.

Él estaba del lado de ella y entendía porque.

Y ahora estamos aquí, lo que ignora Tracy es que por mucho que dijéramos que haríamos esto después de sanar o supondríamos que haríamos, al menos para mí.

Yo ya había sanado.

Sane en el momento en que ella apareció en mi vida, en el instante en que sus manos me tocaron y cuando sus labios me confesaron un “Te quiero, Dominic".

La señorita Roth empezó siendo mi tormento, mi alma de doble filo, una que podía dañarme en cualquier momento y se transformo en mi vacuna, mi pastilla y mi cura.

Tracy me sanó.

Me sanó con su amor por muy ridículo que sonara, porque me demostró que ella seguía aquí, sin importar que.

Sin importar mi horrendo pasado, mi vida con esa mujer que no debía ni llamar madre, Tracy me aceptaba por muy manchado que estuviera por culpa de ella o de esas mujeres por las que mi madre biológica me entrego a cambio de unas cuentas pastillas.

Tracy no era como ninguna de ellas.

En absoluto.

Ahora lo sé, lo sé completamente.

Y estoy tan enamorado de ella.

—Te amo. —Le prometo mientras me muevo dentro de ella.

Tracy se detiene y me observa con un dolor en los ojos.

Yo la abrazó, pego mi cuerpo al suyo y me presionó contra ella como nunca lo hice con otra mujer, le hago saber que estoy bien.

Que solo con ella estoy bien.

—Te amo, Tracy. —Repito y continuó.
Continuo haciéndole el amor a la única mujer que he amado.






¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





—Yo también te amo.

Tracy rompe el silencio mientras aún estoy tratando de controlar mi respiración luego de haber tocado el cielo juntos, ella está igual, pero me lo ha confesado de todas manera.

La miro y ella me mira a mi.

—Te amo, Dominic.

El corazón vuelve a golpearme el pecho y una sonrisa quiere mostrarse en mis labios.

Tracy me coge el rostro, su tacto se siente lleno de paz.

—Quería que lo supieras. —Me dice con un ligero temblor en su voz . —Y debías saberlo.

—Tracy.

Su calidad mano cae de mi mejillas y así como hace unos minutos estaba diciéndome palabras hermosas, ella se levanta y sale de la habitación dejándome completamente solo.









Tracy:

¿Qué debo decir ahora?

¿Cómo debo reaccionar?

En mi mente se formulan muchas preguntas y mi oficina vuelve a convertirse en el lugar donde mis pensamientos me nublan la mente.

Después de anoche.

Quiero y deseo estar con el.

Pero tampoco quiero ser el foco que lo desvíe de sus prioridades, como el recuperarse y seguir adelante.

No deseo ser eso que interrumpa hasta donde a llegado, por si mismo, no por mi.

Desde que dije este acuerdo de apoyarnos más no tener una relación como tal, Dominic ha sabido avanzar por su cuenta.

Cambiar eso, provocar que lo consiguió se acabe seria…

—Tracy…

Aparto la mirada y la pongo en Hugo, quien se encuentra en la entrada de mi oficina.

—¿Qué ocurre?

Totalmente angustiado, me dice. —Algo le pasó a Dominic.

Deseos LetalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora