Tracy Roth es una estudiante destacada que termino ganando un pasaje de trabajo directo a Enterprises Crowell, una empresa en la que se destaca por solo tener trabajadores hombres.
¿Por qué?
Digamos que es una orden rígida y dictada por el magnate...
Lo último que esperaba después de que la madre de Dominic nos encontrara en su oficina era que me invitara a almorzar con ellos en su casa.
Que digo casa, mansión fuera de la ciudad.
—¿Estas nerviosa?.—Pregunta Dominic luego de estacionarse frente a la maravillosa casa de sus padres.
Me vuelvo hacia él y debo decir que estoy sentada en el asiento de copiloto, es un gran avance para nosotros.
—Hablas de que si estoy nerviosa porque voy a conocer a tus padres en tu casa .—Pronuncio rápido, las esquinas de los labios de Dominic se elevan.—Y que voy a cenar con ellos, sí, estoy muy nerviosa.
Él se ríe.
—No te ría..—Voy a tocarlo, pero mi mano se detiene a unos centímetros.
La sonrisa de Dominic se borra, pero me sorprende cuando se acerca a mí hasta que mis dedos acarician su rostro, lo observo muy sorprendida.
Mi mirada sigue cada gesto que hace, observo lo que le cuesta, pero lo mucho que se esfuerza, llego a acariciar con mis dedos y mi corazón se acelera.
Dominic realmente lo está intentando...
El cierra los ojos y trago el nudo en mí en mi garganta, Dominic se tensa, cerrando los ojos y apretando los parpados, entonces yo misma entiendo que ha sido suficiente y ha hecho un gran avance conmigo.
Aparto mis dedos y sus ojos se abren.
Dominic sonríe.—¿Entramos?
Asiento con la cabeza y ambos nos sonreímos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Tracy, Bienvenida.
La madre de Dominic se acerca a abrazarme, su padre me saluda con un beso en la mejilla.
—Me alegra que vinieran.—Añade ella separándose de mí.
La señora Crowell se vuelve hacia su hijo y lo saluda con un gesto, muy diferente como el señor Crowell, quien si lo abraza, debe ser muy difícil no poder abrazar a tu hijo por su condición, pero de alguna manera parece que ellos encontraron la forma.
—Así que tu eres la mujer de la que me hablo mi esposa.—Señala el señor Crowell.—Eres muy hermosa.
Me sonrojo.
—Tracy, porque no me acompañas.—Me pide la señora Crowell.—Dejemos a los hombres tener su conversación.