El desorden de un adiós a propósito

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Extrañar a alguien jode.
Es esa angustia en el pecho que no se calma con nada, es un corazón que late una ausencia espantosa.
Extrañar te recuerda que no está, pero es la forma más viva que encuentra el pensamiento de hacerlo presente por un momento.
Por eso, para mí, uno extraña a propósito. Lo traes de regreso con imágenes, canciones y palabras, lo traes de regreso incluso en lo que pudo haber sido y no llegó a ser.

Cuando empiezas a extrañar, te das el permiso de sufrir un poco más. Sabes que va a doler, sabes que te va a romper un poco más, lo sabes, pero ese rato que lo trajiste de vuelta no te lo puede quitar nada ni nadie.
Ese rato que estuvo de vuelta contigo en el alma y en el cuerpo por décima vez, calmaron tus latidos inquietos.
Ese rato valió la pena.

A veces aunque duela y nos cause un enorme vació en nuestro corazón, es necesario decir adiós y dejar de extrañar; aprender a desistir, a perdonar y a desprenderse; dejar ir todo aquello que nos destruye y equiparnos de amor propio. A veces hay que entender que nadie está obligado a quedarse para siempre, sino hasta donde el amor sea sano y real, porque no hay nada más estúpido en esta vida que quedarse con alguien que no sabe valorar tu tiempo.

Dicen que el mejor acto de amor es decir adiós en el momento correcto, justo cuando se apaga el deseo y se pierde la paz, cuando no hay respeto, tiempo y honestidad. Y de hecho así fue, me dejó y me quedé con el corazón en mil pedazos, sin poder  entender ni lo más mínimo y abrazando nada más que mi tristeza y mi soledad, pero después de tantas tormentas, aquí estoy, aceptando que nada es para siempre y entendiendo que no cualquiera se merece mi corazón.

"Mariposas Bajo La Piel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora