Capítulo uno

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El frío invierno había llegado con un gran desastre. El chico, de no más de veinte años de edad, se encontraba en la ciudad de Ibusuki, al sur del país. Su hermana, muy preocupada por él, le consiguió un boleto y hospedaje para poder desconectarse de su trabajo. El bicolor había estado muy estresado y deprimido, despertando la preocupación de su familia, ser un héroe era difícil, por eso trataban de ayudarle en todo. La primera noche que estuvo allí ocurrió un temblor, lo suficientemente fuerte como para echar abajo un edificio.

Shouto estaba paseando esa fría noche, él no dormía a esas horas, debido a que hacía turnos nocturnos, en ese momento solo quería despejar su mente de su tormentoso y doloroso pasado, mas solo lo logró cuando el piso se movió y la construcción cayó, sin pensarlo se dirigió a aquel lugar, ayudando a todos los que veía, con mucho cuidado. Se adentró en los escombros, moviéndolos con cautela, cuando estuvo al centro pudo ver un cuerpo, era el de un niño, el pequeño aún respiraba, pero estaba muy herido.

—  Mis... Mis padres — el niño abrió sus ojos, dejando ver sus azules orbes — Dónde... ¿Dónde están?

A unos cuantos metros se encontraban dos personas, estas estaban entre los restos del edificio, habían muerto. Los descombros empezaban a caer pesadamente, si no salían de allí iban a morir aplastados. Tomo al niño en su brazos, encargándose que se recargara sobre su lado izquierdo — para otorgarle calor — y salió velozmente de ese lugar. 

Ese día murieron tres personas y hubo veinticuatro heridos, el bicolor ayudó en todo lo posible. A la mañana siguiente, agotado, se dirigió al hospital en que atendían a las víctimas. Saludo y se preocupó por todos. Al final, fue a ver al pequeño niño, el único que estaba allí esa noche, el único menor. 

— Hola... — dijo suavemente al niño que se hallaba recostado en la cama con muchos almohadones  — ¿Cómo te sientes?

El niño no le respondió, era normal, después de todo sus padres habían muerto y él no. El héroe reconocía esa mirada, sus ojos desbordaban dolor, tristeza, confusión y temor. Por un momento se vio reflejado en el pequeño.

— Sí... Se que es difícil de asimilar... ¿Cuál es tu nombre? — el heterocromático hablaba con mucha suavidad y dulzura, como nunca lo hacía.

— Satoshi... — respondió en un susurro el menor, sin mirar a el bicolor, este se sentó en una silla que había por allí.

— Un gusto, Satoshi — el joven se forzó a sonreír un poco — Dime, ¿estás bien? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?

— No... Estoy bien, solo...— la infantil voz se fue apagando poco a poco

— Sé que te han hostigado en la mañana con preguntas, si no quieres decir nada no lo hagas, no te voy a forzar.

Se quedaron callados, se podía escuchar los pasos de las personas afuera de la habitación, los murmullos de las enfermeras, los autos que pasaban afuera del recinto, las camillas que estaban siendo trasladadas. Todoroki creyó que incomodaba al niño, por lo que hizo un ademán para levantarse, pero sintió el agarre de una pequeña mano, giro su cabeza en dirección a Satoshi, este estaba cabizbajo y temblaba. El de la cicatriz se sentó — esta vez — en la cama y le acaricio los lacios cabellos azules, dándole tranquilidad.

...

— ¿Cómo qué nadie quiere adoptarlo por su apariencia? —Si algo le molestaba a Shouto,  aún más que el maltrato, era el aspectismo. 

Hace ya unas semanas los heridos habían entrado al hospital por el terremoto. El pequeño Satoshi tenía cinco años cuando quedó huérfano, debido a eso los doctores buscaron algún tutor para el chico. Sin embargo, al ver lo rechazaban con asco. Sus iris eran de un azul intenso con pupilas alargadas, sus escleróticas eran negras, debajo de sus ojos tenía unas marcas, su piel era muy pálida y tenía múltiples cicatrices en su cuerpo. Tan solo por eso lo rechazaron. 

— Así es... — el doctor que estaba con el héroe suspiro pesadamente — Todos lo rechazan y no podemos seguir con él, si no encuentra un hogar... Entonces deberá irse a...

— ¡NO! — interrumpió el joven bicolor — He tenido que ver el servicio que hay por esta prefectura y no es apta para los niños.

Entonces el chico se dio cuenta de a dónde quería llegar el médico. Lo meditó profundamente, en el fondo tenía miedo, miedo a ser malo con él... Como su padre, pero... Quería darle una buena infancia, la que siempre deseo y nunca tuvo, la mirada que daba era tan vacía y triste, le recordaba a él cuando tenía esa edad. Todoroki estaba sufriendo desde... "Desde eso" se dijo a sí mismo... ¡No! Ya estaba decidido...

— Lo adopto.

...

Volvió Musutafu después de unos días, se encargo de que estuviera a la perfección. Satoshi aceptó a Shouto, era él único que lo visitaba y se preocupaba por él sin importar como era — a excepción de los doctores —. El heterocromático lo entretenía, le contaba historias y veían vídeos graciosos (aunque no lo fueran) en el celular del bicolor, incluso agradecía sus silencios tranquilizantes y la falta de preguntas. El niño se soltó con él un par de veces, empezó a confiar en el héroe. Cuando se enteró de que lo adoptó, se echó a llorar, algo molestaba al pequeño... Algo muy grave.

— Bienvenido a tu nuevo hogar, Satoshi.

...

Hola ¿cómo están? Bueno aquí esta una nueva historia, espero que les guste, ¿qué les pareció? Déjenlo en los comentarios, el niño del multimedia no es mío, pero es para que se hagan una idea. Los personajes no son míos, solo la historia. Las imágenes a utilizar tampoco son mías (a menos que diga lo contrario). Recuerden de comentar, votar y disfrutar.

Nos vemos en otra historia...

Kurenai-kun...  

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