Capítulo cuatro

834 103 16
                                    

No tenía animo de ver a sus compañeros, prefería no hacerlo, quería quedarse en casa con Satoshi y cuidar del pequeño, pero no lo pudo hacer, ya que su familia lo obligo a ir, ¡Incluso la novia de Natsuo (su única esperanza de no ir) los apoyó! ¡Y ella se abstenía a no decir su opinión con los temas de los hermanos! ¡Maldición, hasta sus jefes lo obligaron! Suspiró pesadamente ante los recuerdos sobre aquella situación mientras se adentraba a la U.A.

Había carteles por todos lados, globos, luces fosforescentes, entre otros arreglos por todas partes. El gimnasio (lugar del acontecimiento) estaba repleto, como nadie se dio cuenta de su llegada se fue a un rincón solitario en donde podía admirar todo.

— Te recomiendo no beber demasiado esta noche, Kaminari-kun — dijo una voz muy conocida para él.

Buscó con la mirada al poseedor de la voz y cerca de la mesa de las bebidas se encontraba Iida Tenya, con su corte perfecto de cabello, con los típicos lentes rectangulares y movimientos extraños. A su lado estaba el mencionado Kaminari Denki, bebiendo como loco al lado de su novio Shinso Hitoshi que bebía de manera moderada, junto al peliazul estaba la loca y divertida de Mei, pareja del chico de lentes.

— Vamos, Iida — respondió el rubio — no soy TAN irresponsable como antes.

— Esa ni tú te la crees, Den — respondió el de ojeras.

— No ayudas, Toshi.

Apartó la vista de ese grupo y se dispuso a buscar alguna otra persona, entonces vio a Yaoyorozu Momo con su prometida Jirou Kyoka eligiendo la próxima canción.

— ¡Mina! — exclamó un hombre pelirrojo a una chica de tez rosa — ¡Cuánto tiempo sin verte!

— ¡Pelo de pincho, apenas la viste la semana pasada! — Gritó un rubio cenizo explosivo.

— Para nosotros fue mucho tiempo, Bakugo-kun — dijo Ashido.

Sonrió mentalmente cuando vio a el chico de don de explosiones, de seguro había sido arrastrado por Kirishima a esa fiesta. En aquel lugar vio a tantas personas, como al insoportable de Monoma, a las tantas parejas como Asui y Uraraka, Sero y su novia, también vio a Koda, Sato, Shoji y Tokoyami hablando. Genial, él seguía siendo el mismo asocial.

Salió un rato al exterior, quería beber con tranquilidad su bebida, admiro el cielo estrellado perdiéndose en los recuerdos de tan solo cinco años atrás, cuando él había entrado a la U.A.

— Sigues prefiriendo la paz y no a la ruidosa de tu ex-clase — dijo una voz que el bicolor reconocía a la perfección.

— Por supuesto — respondió girándose para ver a la persona que le había hablado — ha pasado mucho tiempo, Aizawa-sensei. 

Vio fijamente al hombre que se encontraba frente suyo, el que fue su maestro y verdadera figura paterna, su apariencia no había cambiado, ojos cansados con marcadas ojeras, barba de hace unos días y largo cabello negro, siempre trayendo consigo su arma captura.

— ¿Has estado comiendo? — preguntó — La última vez que te vi eras delgado, ahora estas peor.

— Sí, pero tampoco tengo apetito — respondió el heterocromático — ¿Cómo le ha ido en todo este tiempo, Aizawa-sensei?

— Todo ha sido normal... Bueno... Mis alumnos de ahora son más calmados que ustedes en ese entonces.

El joven se permitió sonreír un poco ante el comentario de su antiguo profesor, ¡cuánto lo había extrañado! Los escasos recuerdos pasaron por su mente, las clases, las horas de almuerzo, las estupideces que hacían sus compañeros o las horas que entrenaban, pero sobre todo... Eso...

EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora