Capítulo cinco

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— ¿Te portaras bien?

— Sí.

— ¿Si un extraño se te acerca?

— Lo ignoro y me quedo cerca de Fuyumi-san, Natsuo-san o de alguien que conozca.

— Muy bien... — respondió el bicolor — Me hubiera gustado ir contigo.

— ¡No puede, Shouto-san! — exclamó enérgicamente el niño mientras hacia un puchero—¡Hoy estuvo hasta las seis de la mañana despierto! ¡Necesita descansar! 

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó sorprendido.

— El día de hoy luces más cansado de lo normal — respondió — Además, ¿podríamos ir algún día juntos a otra parte? — el pequeño bajo la mirada.

— Por supuesto que sí — el sonido de un auto deteniéndose en frente de la casa se escuchó, dando la señal de que los hermanos del bicolor habían llegado — Bien, llegaron por ti — abrazó y acarició la cabecita del niño como despedida — Diviértete y no dejes que Fuyumi exagere con tu ropa nueva.

— ¡Sí! — le devolvió el gesto antes de dirigirse a la puerta y abrirla — Adiós, Shouto-san.

El heterocromático vio como el niño se iba, lo único que deseaba es que se divirtiera con sus hermanos.

...

Natsuo había llegado a la casa de su hermanito junto a su novia Hatsu, con su hermano mayor y la pareja de este. No tuvieron que tocar la puerta, ya que el pequeño salió corriendo de la casa, el peliazul abrazó la pierna del hombre albino — que se había bajado del coche— y le sonrió ampliamente.

— ¡Hola, Sa-kun! ¿Cómo estás?

— Muy emocionado, Natsuo-san — respondió el infante — hoy será la segunda vez que voy al centro comercial.

— Bueno, pero esta vez será más divertido, ¿no? Después de todo estarás con nosotros y no con el amargado de mi hermanito — una bola de nieve se estrello contra su frente, lo más extraño es que allí no había mucha nieve, observó por todas partes confundido y vio en la puerta de la gran casa a su hermanito con un poco de aquella cosa congelada, el bicolor le veía con una sonrisa tétrica — Jeje... ¿Estabas escuchando? — preguntó mientras buscaba una ruta de salida, debido a que el de la cicatriz se acercaba a paso lento, dejando ver de más cerca el estado en el que se encontraba.

— Tu voz es muy potente, Natsuo-niisan — Touya y Keigo intentaban aguantarse la risa, el albino estaba en graves problemas — Así que... ¿Soy un amargado?

— Nunca sonríes.

— Pero, Shouto-san si sonríe — dijo Satoshi voz baja para si mismo.

— De todas maneras, mocoso de menta — dijo esta vez el hombre de las múltiples cicatrices, salvando a su hermano albino — No te preocupes por el pequeño diablillo, nosotros lo traeremos de vuelta sano y a salvo, así que descansa lo que es debido, tus ojeras son horribles.

— Esta bien — dijo frotándose el cuello con cansancio — Pero si me llego a enterar de que le pasó algo a Satoshi... — dijo volviendo su rostro digno de un psicópata desquiciado  — Les va ir mal...

— E-esta... B-bien... — los cuatro adultos (también Satoshi) sabían a la perfección que aquella amenaza iba enserio.

...

A Satoshi le encantaba ver por la ventana cada vez que iba en un auto, amaba ver los árboles que conformaban el bosque, amaba ver tanto verde junto, amaba el aire libre, por esa misma razón Shouto lo llamaba "pequeño elfo azul", al principio no lo entendió, pero el bicolor le explico la razón, después de ello amo ese apodo que le había dado su cuidador. Pronto los enormes árboles que parecían que querían alcanzar el cielo, fueron siendo cada vez menos y los edificios se empezaban a ver. Sin darse cuenta, todo su alrededor eran edificios, uno que otro parque, escuelas y — como la primera vez que llegó allí — héroes por todas partes. El viaje duró un rato más y llegaron sin problemas al centro comercial.

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