Capítulo veintiuno

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Habían pasado un buen tiempo, las charlas nocturnas o cuando cambiaban de turno eran comunes, así como su relación había avanzado con el héroe Deku, también lo hizo el cáncer de Satoshi, en su cabeza ya no le quedaba ningún cabello y su corazón se rompía cada vez que veía a su hijo mirándose con tristeza en el espejo por su reciente calvicie, para que no estuviera tan deprimido, compró unos turbantes de diversos colores y algunos pañuelos con diseños infantiles.

— Bien, Satoshi, quédate quieto, voy a colocarte el turbante y el pañuelo — con sumo cuidado envolvió la cabeza de su hijo con las telas, haciendo algo sencillo — Listo, hijo, ya puedes ver — dijo pasándole un espejo de mano.

El niño miro con sus enormes ojos lo que le había hecho su padre, giro el espejo de un lado a otro, observando en silencio. Shouto estaba bastante nervioso, no sabía como actuaría su hijo, no quería incomodarlo, solo deseaba darle a entender que todo estaría bien.

— Me gusta... — dijo bajito — Es muy lindo, Oto-san, ¿podré llevar uno distinto cada día?

— Claro que si, mi niño, te colocaré uno distinto mañana y pasado mañana y así sucesivamente.

— ¿Sucesivamente?

— Quiere decir algo que sigue.

El menor se giro y abrazo con sus cortos brazos alrededor del cuello del bicolor, demostrando así toda la gratitud y amor que podía darle con su pequeño cuerpo infantil, amaba a su padre, porque era distinto al que tuvo.

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— No se preocupe, lo llevaremos al edificio mañana, allí le entregaremos a Satoshi.

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— Eres el mejor papá del mundo — ocultó su rostro en el hombro ajeno.

— Y tú eres el mejor hijo del mundo — respondió dando una caricia en su espalda y un beso en la frente.

...

Aquellos días había hablado con su hermana, había hablado sobre la situación de Satoshi, Fuyumi se puso a llorar cuando recibió la horrible noticia, también había hablado con su hermano Touya, el cual le dijo que le ayudaría en todo lo que pudiera. 

Al momento de llegar a la escuela, la albina se encontraba esperándole en la puerta, le habían dicho a Satoshi que la mayor le acompañaría a su salón o le visitaría de vez en cuando en el día para ver si no tenía mareos, fiebre u otras cosas. El niño se molesto un poco, porque sentía que estaban muy encima suyo, pero lo acepto de mala gana, Shouto sonrió cuando escuchó los infantiles reclamos del ex-peliazul, le alegraba que hiciera eso, no porque fuera correcto, mas sí porque demostraba mucho más que era un pequeño que aún podía ser como cualquier otro y no uno que había muchísimos problemas antes. Con una rápida despedida, se fue de la escuela, dejando al menor solo en ese lugar. 

...

 No había logrado dormir bien, apenas logro dormir dos horas hasta que el condenado teléfono sonó, despertándolo de golpe y mala gana. Apretó el aparato con su mano y por poco lo quema, se tranquilizo poco a poco y rápidamente fue a ese maldito que no quería ir.

— ¿Qué deseas? — preguntó bastante fastidiado.

— Tú sabes lo que deseo, no voy a aguantar tus actitudes.

— Ya no tienes control sobre mí, por la única razón por la que la hago es para no poner a mis hermanos y madre en problemas.

— Comencemos, debes de volverte más fuerte para así ganarle el puesto al héroe número uno — dijo con odio. 

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