Capítulo XVI

136 8 0
                                    

Derrepente entró bruscamente el doctor ya que no se permitían visitas.

-¡FUERA AHORA MISMO!-

-Pero...-

-¡HE DICHO QUÉ FUERA!-

-Vale... - le dije un poco preocupada.

Salí de la habitación y se lo explique a Dani lo del médico.

-Que raro...- fue la respuesta de este.

Vimos salir al doctor y como nuestros padres no estaban y el doctor ya se había ido nos colamos en la habitacion.

Vimos a Jesus ¿dormido? Pero si yo cuando me fui estaba bien

-¿Que ha pasado si yo cuando me fui estaba bien?-

-No se pero mira antes no tenía esa máquina conectada al brazo. Antes tenia solo el otro.

Leímos lo que ponía en el bote y era como un sedante muy fuerte. Que solo se le podían dar a personas grandes y adultas.

-Quitaselo rapido- le dije a Dani pero estaba en tal mundo que no se entero.

Me acerque a su brazo y le cogí la aguja. Con cuidado se la quite y se lo puse a un peluche que le regale yo.

Deposite un beso en sus labios.

Poco a poco se fue despertando y le pude ver esos ojos. Esas esmeraldas que resaltaban en su preciosa cara.

-¡¿Que ha pasado?!-

-El médico me dijo que me lo merecía por haber dejado a su hija- dijo Jesús aun un poco afectado por el sedante.

-¡Será hijo de su madre!- le dije- Este no sabe con quien se ha metido.

Saque mi móvil y marque el número de mi padre (mi padre es abogado)

M-¿papa?-

P- Dime cariño

M- Estamos en el hospital. A Jesus le han puesto un sedante muy fuerte. ¿Puedes llamar a tu amigo y que venga?

P- Voy cariño. Te quiero besos. Adiós

-Ala ya esta- sonreí triunfante.

Soltamos a carcajadas

Derrepente entró el doctor acompañado de un señor. Supongo que el amigo de mi padre.

-¿Es este Marina?- me dijo el señor

-Sí. Le puso esto.- cogí el sedante y el peluche

-Esta usted detenido por intento de homicidio- dijo este sacando al doctor esposado

-Conseguido. Ahora ya te puedes vestir que te han dado el alta- le dije triunfante por haber salvado la vida de Jesús.

Salí de la habitación y Dani se quedo dentro para ayudarle a vestirse.

Ambos salieron y Jesús me cogió de la mano entrelazando nuestros dedos.

-Te quiero mi amor- susurro en mi oido- gracias por salvarme la vida dos veces-

-Denada Jesusito. Es lo menos que podía hacer. Yo sin ti no soy nada- dije depositando un beso en su mejilla.

Este se sonrojo a causa de lo que le había dicho antes.

Nos metimos en el coche y al llegar a cada cada uno se fue a su habitación.

Estaba a punto de dormirme cuando...

Dulce chocolate. (Gemelier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora