(Akira)
—Amigo —saluda Taka tomando asiento a mi lado.
Hasta el día de hoy sigo sin entender cómo es que entra a mi casa sin llaves. Nunca le quise dar una llave y a día de hoy tampoco quiero porque sé que entonces entraría hasta por las noches —cosa que, por cierto, aún sin ellas hace.
—Hola —saludo—. ¿Nos vamos ya?
Taka asiente con la cabeza y ambos nos levantamos del sofá, subo al cuarto de papá para despedirme y de paso le pido un poco de dinero que no tarda en darme. Al volver abajo Taka me esperaba en la puerta.
El camino a casa de Hiro —que hicimos a pie pues está cerca— se pasa lento y silencioso, extraño por parte de Taka que habla hasta por los codos, pero a decir verdad, y como digo siempre, los silencios son perfectos para caminar. Si bien es cierto que el tiempo se hace más largo, es un momento en que puedes apreciar todo lo que te rodea o interiorizar contigo mismo; esto último me gusta más estando en el baño.
—Entonces... ¿Hiro irá?
—Sí, lo llamé cuando tú me cortaste —lanzo una falsa mirada de resentimiento ante lo que él ríe haciéndome sonreír.
No sabía que su casa quedara tan lejos de la mía, ahora lo sé.
En cuanto llegamos a la puerta mi rubio amigo toca el timbre y esperamos a que abran, cosa que no tarda en pasar, pero no es a quien esperaba. Un hombre–joven de cabello negro y ojos azules nos mira con una ceja alzada y un mueca de confusión. ¿Esperaban a alguien más?
—Hola —saluda con tono de pregunta—. ¿Qué quieren?
—Hola —saludo un poco incómodo por su forma de preguntar nada amable, además, el ceño fruncido lo hace aún menos—. Buscamos a Hiro.
—¡Ah! Pasen, pasen —se aparta de la puerta sonriendo y dándonos espacio para entrar, cosa que sin dudar hacemos—. Olvidé que antes me dijo que venían unos amigos, lo lamento. Aún no está listo, esperen por él en la sala si quieren.
Nos hace pasar a la sala casi a empujones y sin perder la sonrisa boba del rostro.
¿Quién es éste y por qué anda en casa de Hiro como si fuera suya? No entiendo nada. Tampoco entiendo porqué nunca nos contó de él. Aunque ahora procesando mejor todo, tienen un parecido increíble, un pariente ha de ser…
… espero.
—Angel, qué debería usar para salir —pregunta una chica castaña y de estatura mediana saliendo de un cuarto de la planta.
—Ah~ no sé~ es que siempre te ves bien~ —se queja con un tono meloso.
Ella responde con un sonrojo y da media vuelta entrando al cuarto del que antes salió haciendo reír al chico que antes llamó “Angel”. Supongo es su nombre, no creo que sea un apodo cariñoso. Aunque si así fuera, quiero decir, si llegase a ser un apodo cariñoso significaría un peso menos, porque siendo ellos novios —y lo digo por su gran diferencia física— no tiene posibilidades con Hiro… ¿cierto?
El pelinegro vuelve la vista a nosotros, pues había tenido que voltearse para ver a la chica, y nos queda mirando mientras golpea sus piernas con sus manos simulado una batería.
El sonido de pasos en la escalera me hace desviar la mirada del chico frente a mí a su espalda, donde, en cuanto el sonido de la escalera cesa, aparece Hiro en la puerta sacudiendo su húmedo cabello.
—Eh… Angel, avisa a mamá que voy a salir con unos amigos —se acerca al chico sentado frente a nosotros y se apoya en el respaldo del sofá con los codos-. Sé una buena perra, ¿sí?
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Sólo es un juego... ¿verdad? © | Seuj
Teen FictionTras el traslado de su padre desde Inglaterra a Japón, Hiroshi, un joven amable y tierno a la primera impresión, ingresa al instituto de Tokio. Aquí es donde comienza su historia de amor. Su padre, por ser uno de los más destacados en su trabaj...