DIECISIETE

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(Cristopher)

Me pregunto que habrá pasado con Hiro. Cuando la campana de salida sonó él tomó sus cosas y salió seguido de Aki, pero cuando iba saliendo, Aki me interceptó en la entrada de la escuela preguntando si había visto a Hiro. Y es raro, porque, aunque no siempre andan juntos de un lado a otro como hacen la mayoría de las parejas, sí van juntos a casa.

Por otro lado, Sakura y Koni tomaron sus cosas, que habían ordenado cinco minutos antes del toque, y corrieron al centro comercial a —por lo que entendí— comprar mangas de yaoi. Y así fue como llegué a este momento, en que estoy a solas con Taka y sin saber qué hacer.

—Cris —me llama—. ¿Quieres salir? —depende del tipo de salir al que te refieres—... a tomar un helado o algo.

Mierda. Le sonrío y asiento con la cabeza. Me guía por las calles hasta un parque cercano en donde compramos helados, él de chocolate y yo de vainilla. Es que amo la vainilla. Y tomamos asiento bajo un árbol, donde nos dedicamos a comer el helado en silencio.

—Taka —lo nombro en un susurro involuntario. Es que deseo tanto decirle todo lo que siento... pero me da miedo.

¡Por favor, que no me haya oído!

—¿Sí? —pregunta girándose a mirarme. Mierda.

—Es que... necesito hablar de esto con alguien, y Hiro ahora pasa más tiempo con Akira y no quiero molestarlo —explico, él frunce medianamente el entrecejo y asiente permitiéndome continuar—. Creo que... me estoy enamorando.

—Eso es bueno... ¿supongo? —sonríe—. Nunca he sido bueno cuando se trata de hablar de amor. Peeeero, sé que no deberías sentirte mal con eso. No importa de quién te enamores, nunca deberías sentirte culpable.

—No sé si sea bueno.

—¿Por qu-

—Es un hombre —lo interrumpo.

Tengo que ir lento. Como bien se dice: lento pero seguro. Y en primer lugar he de asegurarme cómo se toma ese hecho, después de todo él no sabe que soy gay. Aunque, teniendo a Hiro y Akira como amigos no creo que le vaya a parecer malo. Diferente es que sea él, precisamente, de quien me enamoré.

Él sonríe y me desarregla el cabello con su mano.

—Eso no importa, tontito —dice y baja su mano a acariciar mi cuello—. Solo es amor. No estás cometiendo ningún delito al enamorarte de otro humano, sea quien sea.

Maldito seas. ¿Por qué tienes que ser así? Solo logras hacerme caer aún más a tus pies.

—¿Y si... y si ese humano fueras tú? —pregunto dirigiendo mi vista a sus preciosos ojos.

Le temo al rechazo, como todo el mundo hace. Pero soy un hombre que no da vuelta atrás, ya ha llegado el momento de decirlo, sea correcto o no, no daré marcha atrás y me mantendré firme.

—Yo... —siento algo cálido en mi mejilla, sus labios—, daría mi mayor esfuerzo por amarte a ti también.

Miro sorprendido su brillante sonrisa. No miente. Creí que lo tomaría como una broma... o que me rechazaría como muchos lo hicieron desde que acepté mi sexualidad.

—Oh, vamos, no hagas esa expresión. Háblame o pensaré que era una broma —dice preocupado. Me gusta ver como su ceño se frunce preocupado... ¡es tan lindo!

—No me lo esperaba —comento sincero sintiendo como mis mejillas comienzan a arder—. Creí que me rechazarías... o que te reirías de mi orientación sexual.

—Nunca haría eso, tontín —ríe.

Sonrío y le doy una lamida al helado, pero antes de poder tragar la crema, él me toma por la barbilla y posa sus labios sobre los míos. En ningún momento se me pasó por la cabeza que esto pudiera suceder, en algún lugar de mi corazón sentía que no me rechazaría, que quizás continuaríamos con nuestra amistad como antes; no esperaba que llegara a besarme. Tiro el cono a un lado y envuelvo su cuello con mis brazos.

Sólo es un juego... ¿verdad? © | SeujDonde viven las historias. Descúbrelo ahora