DIEZ

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(Hiroshi)

Un constante sonido hace eco en mi cabeza y despierto con ganas de aplastar lo que lo produce: el nuevo despertador que me compró papá. Aunque agradezco que haya sido por el despertador y no por culpa del espécimen que tengo por hermano.

Voy al baño y hago mis necesidades básicas antes de darme una ducha. Por desgracia hoy tengo clases, sino ni tocaría el agua.

Después de vestirme bajé a desayunar y en la sala encontré una escena que costará sacar de mi cabeza, eso seguro. Angel está "durmiendo" en el sofá, con la parte baja de su cuerpo tendida sobre este, su espalda al aire y su cabeza en el suelo.

Río cubriéndome la boca para no despertarlo.

Agradeciendo el silencio que bajé con el celular en la mano, saqué fotos desde distintos ángulos, y en una de ellas puse su dedo índice dentro de su nariz y luego en su boca. Nuevo material para chantajear.

—Me duele el cuello —se queja Angel desperezándose.

—¿Y cómo no? —pregunto burlón—. Si estabas durmiendo pero que perra muerta.

—Sí, sí, lo que digas —suelta un sonoro bostezo y rasca su nuca, sus ojos se entrecierran y me mira de pies a cabeza—. ¿Qué tienes puesto y a dónde vas?

—¿A dónde crees que se va con un uniforme de escuela?

—A la escuela —responde con tono de pregunta.

—¿Fue una pregunta o una afirmación?

—No sé, ¿qué dices tú?

—Que esta conversación es absurda y estoy atrasado —tomo mi bolso que antes había dejado en la mesita—. Avísale a mamá que hoy llego tarde.

Le doy un golpe en la espalda y camino a la puerta.

—Le diré que te irás a casa de tu novio a hacer cosas para mayores —responde a gritos.

Desde siempre él piensa que soy gay, y tiene sus razones, no me comportaba muy normal con mis amigos cuando éramos pequeños. Y tampoco es que lo haya desmentido alguna vez.

—Lo que tú digas.

Salgo de casa y hago sombra con una mano sobre mis ojos por culpa de los fuertes rayos del sol. Llego a casa de Akira y al igual que todas las mañanas toco el timbre y espero que me reciba.

—Hola Hiro —saluda arrojándose a mis brazos como siempre hace Taka, le doy un beso en la boca como respuesta.

Me toma la mano y caminamos a la escuela.

—¡Kira! —grita Takahiro abrazando a Akira—. Hola Hiro.

Vamos al salón y apenas estamos tomando asiento suena la campana. Para mi mala suerte hoy a primera hora toca matemáticas.

—Buenos días pequeñas bestias -saluda Takahashi, el muy imbécil sigue haciéndose pasar por un profesor santo.

Y quién sabe a cuántos alumnos habrá violado ya.

—Buenos días profesor Takahashi —saludan todos los alumnos del salón al unísono mientras yo lo insulto.

Nos hace tomar asiento, se quita el saco y lo cuelga sobre el respaldo de su silla. Toma un marcador negro para escribir ejercicios en el pizarrón y de pronto se oye un suspiro general.

—¿Sigues enojado por lo que hizo el profesor? —pregunta Akira dirigiendo su mirada a la mía.

—¿Por qué lo preguntas? —susurro alzando una ceja mientras anoto los ejercicios en mi libreta.

Sólo es un juego... ¿verdad? © | SeujDonde viven las historias. Descúbrelo ahora