Kazuto pov.
Cierro las puertas dejando a mi esposa atras.
Cierro mis manos en puños apretados hasta que mis nudillos se vuelven blancos. No quiero dejarla sola, pero debo partir, es... Necesario.Fui un tonto al creer que la iglesia aceptaría mi decisión sólo porque si, debí imaginar que harían algo, debí ser cuidadoso, no debí dejarla sola pero... No podía ir a ella aún sin importar cuanto quería, tengo obligaciones mas importantes como rey, la guerra debe terminar, yo debo acabarla por eso tengo que irme,
Pero antes de partir hay algo que debo hacer.Camino a paso veloz por los pasillos de roca de mi castillo. En el trayecto me encuentro con varios sirvientes quienes se detienen dándome paso e inclinándose en reverencia como saludo. No les presto atención, lo mismo pasa con los soldados. En este momento en mi mente sólo hay una cosa. Rabia, no hay lugar para nada mas.
Me dirijo a las prisiones donde hay alguien a quien debo ver con urgencia. Eugeo me encuentra en mi camino hasta el sótano mientras bajo las escaleras. Está recostado contra la pared con sus brazos cruzados como si estuviera esperándome y puede que sea asi, en este momento mi reacción es bastante predecible pero no me importa.
—Kirito, no hagas nada apresurado, debes pensar bien lo que vas hacer, no lo dejes provocarte. — dice cuando paso por su lado. Lo observo girando mi cabeza en su dirección pero no le contesto, en su lugar sigo caminando.
Se que mi poder no es absoluto, soy el rey pero estoy limitado por el consejo, cada decisión que tomo debe ser aprobada por ellos, pero la iglesia se atrevió a lastimar a mi reina, el consejo no puede deteneme de imponer un castigo, es mi derecho como rey, mi esposa esta fuera de los limites.
Por fin llego a la celda. Hay un guardia afuera que al verme se inclina en reberencia —su majestad—dice.
Le hago un gesto con la mano.—abre la puerta —ordeno.
El guardia obedece abriendo el cerrojo.Entro al calaboso con Eugeo siguiendome de cerca.
La celda es pequeña y oscura, la única iluminación proviene de una pequeña ventana con barrotes en lo alto de la pared. Huele a humedad y lodo.
El clérigo que se atrevió a lastimar a Asuna esta encadenado a la pared. La celda oscura no nos da mucha luz pero soy capaz de verlo sin problemas. Cuando me paro frente a él, este me observa desde su posición en el suelo. Hay temor en sus ojos, bien. Me alegra mucho saber que esta asustado de lo que va a pasarle, pero además de temor no veo nada mas, ni una pizca de arrepentimiento.
—dame una razón para no matarte ahora mismo. — le digo con desprecio.
El anciano se pone de pie, las cadenas que lo apricionan suenan chocando unas con otras hasta que esta ergido. —soy parte del consejo — murmura.
—dije una buena razón, no una excusa—
—¡es una campesina! — escupe —no es apta, el rey tal vez fue convencido por una cara bonita pero no vale la pena, nunca será una buena reina, nunca me inclinaré ante una plebeya.—
Estrello mi puño en su rostro tan fuerte que escucho el crugir de su mandibula cuando su cabeza se gira por el impacto. El anciano gime y escupe sangre doblándose de dolor pero aún no he terminado, lo tomo por el cuello levantándolo del suelo. — te atreves a insultar a mi esposa, y en mi presencia. Si quieres morir sólo tienes que decirlo, con gusto te concederé tu deseo. —
—¡Kirito espera, así no!— Eugeo me aleja del prisionero por la fuerza pero la furia burbujea dentro de mi y me resisto.
—¡se atrevió a insultar a la reina, debe morir!—

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Dark King
Fantasy-s-supongo que iremos por caminos separados ahora- le digo, realmente no creo que vaya a cumplir con lo que dijo pero gracias a él soy libre ahora así que no es algo malo tampoco. Él me observa como si estuviera demente. - ¿de que estas hablando?, n...