Capítulo 11

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Kazuto POV

Deslizo el informe que estaba revisando por la mesa y tamborileo con los dedos en el borde de
la madera de mi escritorio.

—¿Necesitas ir a algún sitio? —me pregunta Eugeo, quien está sentado frente a mi. No levanto la vista de mi trabajo. —No. No de momento.— contesto pero continúo golpeteando con la mano derecha en la madera de caoba tallada, con la vista clavada en el papel pero mi mente se siente lejos de mis obligaciones.

—Pareces…

—estoy bien Eugeo.— no le dejo terminar, sé que está pensando en mi estado de salud, pero no quiero hablar de eso.

Mi mirada revolotea hasta la del capitán, revelando menos que nada.

—desearía que confiaras mas en mi, por lo que veo debes de tener la mente abarrotada de pensamientos pero no quieres compartirlos. —comenta.

Estudio a mi amigo con deliberada compostura.

—Por lo general, mi mente siempre está abarrotada de pensamientos y no tengo porque compartirlos.—

—¿Y qué pasa con la oscuridad?—

Suelto el pergamino que tenía en la mano. —La oscuridad está controlada — miento, cada día se vuelve peor, no sé cuanto más podré resistir, pero él no tiene que saber eso.

—No me digas — dice dándome a entender que no me cree. —y como siempre, eres la viva imagen de la desolación.—

Elevo una ceja. —Como siempre, tú eres la viva imagen de una mamá gallina, deja de preocuparte tanto.—

Eugeo esboza una lenta sonrisa burlona. — sabes, Asuna...

—No voy a hablar de ella contigo. — le corto.

Rueda sus ojos. —ella lo está intentando, es admirable.— continúa hablando de ella desobedeciendo mi deseo así que me rindo.

Paso mis manos por mi rostro.— lo se —suspiro. —odio tener que utilizarla así, pero es la única que me mantiene aun cuerdo, la necesito. —

—¿la amas?—

— basta, Eugeo. —le advierto.

—No te irrites tanto, si la amas no necesitas sentirte culpable, no la estas usando.—se encoje de hombros.

Aparto la mirada.

Al instante, toda la petulancia de Eugeo se esfuma sin dejar rastro. Unas líneas de consternación afloraran en su frente. —espera, estás diciendo que… ¿No la amas?—

—Ella es… Útil, aleja mi oscuridad, cuando estoy con ella, estoy en paz. Y ya que aun no me ha dado un heredero, la necesito. ¿Pero amor?— niego. —el amor es una debilidad que no puedo tener.—

El rubio me ve con ojos fríos —¿Vez? A eso me refiero. Ojalá confiarás más en mí. Se te ve preocupado, tal vez incluso asustado, ya hasta dices tonterías. No vivas con miedo, Kirito, eso no es vida.—

—No tengo miedo. — digo masajeando mi frente. — Estoy cansado y tú eres un insolente. Hay mucha diferencia. —me giro hacia la pila de pergaminos que tengo delante.— Parece que las revueltas de los clérigos en la plaza de la ciudad han cesado por completo, ¿no es así?— intento cambiar la plática.

—si, al parecer Quinella sabe lo que hace. —murmura el capitán con un suspiro. —tal vez no fue mala idea confiar en ella.—

Asiento. —también lo creo, aún debemos revisar...

—Kazuto, sé lo que haces pero no funcionará, no intentes cambiar de tema.— me interrumpe. —el amor no es una debilidad, al contrario te hace más fuerte. Deja de pensar de esa manera.—

Dark KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora