Capítulo 5

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Nunca había estado tan asustada como lo estoy ahora. Después de que accedí a casarme, el rey convocó al consejo, un grupo de hombres y mujeres, clérigos de la iglesia asi como el ex-comandante del ejercito real y amigo del antiguo rey, un hombre musculoso de mediana edad con el cabello y cejas de color azul y los ojos verdes. Cuyo antiguo puesto actualmente es ocupado por Eugeo, y una dama hermosa de cabello oscuro y labios pintados de color rojo brillante, la esposa del ex-comandante, quien también solía ser parte del ejercito, o al menos eso fue lo que me dijo Tieze esta mañana antes de venir aquí, lo que no mencionó es que no me quieren aquí. 

Kirito-Kun acaba de anunciarles su deseo de desposarme ya que al parecer ellos deben estar de acuerdo para que la boda se lleve a cabo. Pero sorpresa, no lo están.

Todos estan sentados en una mesa larga y horizontal con el rey a la cabeza, Eugeo a su derecha, un clérigo entrado en años que me observa molesto a su izquierda, luego le siguen los demás, sentados a la izquierda y derecha, asi todos están viéndose frente a frente. Yo, estoy de pie frente a ellos, temblorosa e incomoda.

Todos me observan con desapruebo y algunos con molestia, a excepción del rey que se encuentra pensativo y Eugeo, quien me sonríe.

—¿cual es tu nombre?— me pregunta la dama hermosa alejando mi mirada del rey y su amigo.

—Asuna— contesto en un susurro asustado.

—¿cual es tu título Asuna, que hacías antes de venir aqui? — me pregunta el hombre a su lado.

—n-no tengo un título—contesto, hay murmullos colectivos y desaprobación pero aún así digo la verdad, mi verdad —era sirvienta en la casa de Lady Alice Zuberg —

—¡Que! ¡Una sirvienta! no puede estar hablando en serio —dice el clérigo que esta sentado al lado izquierdo del Rey.

Kirito, toma una manzana de una canasta en la mesa y procede a pelarla con una daga tranquilamente mientras contesta —¿que problema hay con eso?—

—pues para empezar no es noble, el rey no puede casarse con una sirvienta —su mirada es desdeñosa y me encojo ante lo cierto de sus palabras.

—tal vez debería pensarlo mejor antes de tomar una decisión definitiva — el hombre al lado de la hermosa dama sugiere con cautela.

—ex-comandante Bercouli, no tengo nada que pensar, ya me decidí— el rey no aparta la mirada de su tarea con la fruta. Pero a nadie pasa desapercibido el echo de que la palabra ex-comandante fue remarcada por el Rey.

El hombre a su izquierda habla de nuevo —su matrimonio no beneficiaría en nada al reino, ella es simple e insignificante, no es de cuna noble, a puesto que no tiene modales y sin duda no tiene educación alguna—Los demás clérigos presentes asienten.

Sus palabras duelen porque son verdad excepto sobre los modales, he visto a los nobles toda mi vida, puedo imitar sus absurdos modales y hacerlos con naturaleza si quiero, se como comportarme y también se leer y escribir, no soy una completa inútil. Pero como decirles cuando todo lo demás es verdad. Me encojo aun más cerrando mis ojos por la verguenza.

—¡es una sirvienta por el amor de la diosa Stacia! Su alteza no puede casarse con algo tan insignificante. —continúa. —sería una ofensa para...

De pronto grita, tan fuerte que me asusto y cuando veo en su dirección no puedo creer lo que mis ojos ven. La daga con la que el rey había estado pelando su manzana, ahora esta incrustada en la mano del hombre manteniéndolo pegado a la mesa. Sus gritos mantienen a todos petrificados y con los ojos abiertos de par en par.

—Mis disculpas dice el rey, no vi tu mano allí, mi intención era clavar el cuchillo en la mesa pero...— se encoje de hombros —tu mano se puso en mi camino, pemiteme ayudarte. —tira de la daga con fuerza. Un chorro de sangre sale de la mano con la acción y el hombre grita más fuerte. Un sirviente entra corriendo seguido de varios guardias atraídos probablemente por los gritos.

Dark KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora